La diversidad es tan grande.
Qué se necesitan leyes para mantener el orden en la Tierra y el Universo,
en el primer caso, las leyes propuestas, y afirmadas por el hombre,
en el segundo caso, las propias generadas por inercia en el universo,
promoviendo, protegiendo, y conservando la existencia de la vida misma.
La diversidad es tan grande.
Qué el ser humano tiende a cometer los mismos errores a voluntad una y otra vez,
hasta que soluciona, ve, la manera de solucionarlo, y cambiar de actitud, o, "ruta".
Una vez solucionado, o cambiar de ruta, de una cierta cantidad de seres humanos,
aparecerán otros que cometerán parecido error a conciencia, pero, con la característica que el impulso injusto, o error hacia otro, esté último, sabrá muy bien que hacer, o qué actitud tomar, para qué éste no se haga oportuno, disolviéndolo, o haciendo que caiga en el vacío, o, a instancia del que lo comete.
Siempre es así, haya o no hayan victimas al respecto. El qué comete daño, siempre lo genera primeramente en él, aún hayan consecuencias hacia otro.
La Ley Divina, siempre existe, nadie se puede esconder ante ello, la esencia, la propia energía qué somos es un generador instantáneo, comunicador eterno, un folio, dónde todo se marca, o escribe, señales qué envían, quedan escritas.
Determinan.
Y ante la tristeza del momento, cuándo observas, injusticias, anómalo, no queda otra que aceptarlo, los errores de los otros, son de ellos, aunque nos perjudiquen, y en ello siempre consecuencias, vistas, o no, vistas.
Soluciones, extensas.
Disolviendo.
Por Montse Cobas.
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