EL DÍA SIGUE Y LA VIDA TAMBIÉN.
Y mientras Rebeca, sentada en la cafetería cercana a su casa, tomaba un café, su pensamiento se inundo de reflexiones y recuerdos, dejándose ir, sorbito a sorbito de su café con leche, vio como Lorenzo un antiguo amigo, pasaba por delante de la cristalera, sentado en su coche con el ceño fruncido, serio y con el rostro, como siempre, de mal humor. Una vivencia ya olvidada, un hombre con el cual mantenía un secreto, un violador de la flor juvenil tan preciada por muchos varones, conseguida a la fuerza, enfermos según la sociedad, pero nada más lejos de la realidad, rastros egoístas y machistas que aún ha desgracia de muchas mujeres, persisten. Un secreto de antaño, lo vio pasar ya sin causarle daño, a sabiendas que era un pobre ser totalmente involucionado que era incapaz de dar amor y en ello sus resultados, por eso siempre se acercaba a las joven-citas con el fin de conseguir su fin, ahora ya pagando, seres que existen camuflados de buenos hombres, de corderitos sedientos de gula de sexo, pues su rabia, su insatisfacción..., no la saben suplir con otra cosa, ahora, lo que son las cosas, mirando a través del cristal, el recuerdo al verlo, el recuerdo al leer en el periódico del día, que se le ha dado libertad, perdonado años de cárcel a violadores reiterativos y verdaderos salvajes por sus actos para con las victimas, a asesinos en atentados... Una mirada del momento de Rebeca, que no entiende, como muchos, el porque de tal decisión, en que sociedad vivimos en la cual se dejan libres a los depredadores de la raza humana, cuyo único pecado de las victimas ha sido ser confiadas, con la tranquilidad de que hay quien cuide de ellas, que nada malo les puede ocurrir, y nada más lejos de la verdad, no hay nadie exento, estamos en una selva en la cual cuidarse uno mismo es una ley principal y diagnosticada por los que alguna vez por diferentes situaciones fueron victimas de algún atropello hacia su persona y ser. Rebeca con gesto perdido, reflexiono, ciudadanía, que es lo único que se tiene, la unión de esta, y su plena confianza entre los elegidos por cada uno de nosotros, para estar bien, en un acto de fe, honestidad y juramento esencial místico entre los que se unen, de no romperlo bajo ningún concepto, porque es lo único, que tenemos. La confianza con uno mismo y con el otro.
Lo que son las cosas, pensaba Rebeca, una visión lleva a la otra, sin-cronicidad para el recuerdo y un análisis. Termino su café, pago, y se fue. Aquí no ha pasado nada, el día sigue, y la vida también.
Pero... si ha pasado.
Siempre pasa...
Por Montse Cobas.
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