A veces, reconocer, que el trato del otro hacia nosotros, es, por el dolor, por el daño, en su niño interior, nos abre una compuerta para el entendimiento. Lo demás, va en cuenta de lo que somos, y somos capaces de ver, y hacer, a la vez de lo que el otro es capaz de igual forma, somos eternos niños evolucionando y creciendo, y en base al estadio en el cual nos encontremos, así veremos, y haremos.
Nada más que eso.
Cuánto que aprender, cuánto qué ver, saber. Nos queda, almas jóvenes, almas viejas, y al final, nos demos cuenta de que nuestro mayor maestro es un alma igual a la nuestra, por su amor hacia nosotros, qué, mayor entendimiento.
Por Montserrat Cobas.
Amar.
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