Desistir de una esperanza, de una ilusión,
basada en un sentimiento, es duro, e inquebrantable,
que fácil es el consejo, la miseria de la pena, qué aparece,
qué se siente, cuándo observas lo difícil, del momento,
del suceso, del sentimiento, inexorable, qué se percibe,
sin pedirlo, sin ordenarlo, y se repite, y se repite,
aprendizajes inequívocos, que evocan a fortalecerlos,
pero cómo decir, no, al amor, al olvido de éste,
cuándo vives en él, y lo atiendes, y lo sientes,
cuán, fuerte es.
Qué duro es desistir de la esperanza, de la ilusión, cuándo se ama.
Un Amor verdadero, in-ecuánime.
Sin embargo,
aprendes a distinguir,
a sentir la emoción que se reemplaza por la tranquilidad, del Alma,
implacable, cuándo surge,
un ardor, un anquilosamiento de Ésta, qué hemos de aprender a dejar ir,
aún con pequeñas ayudas, de las Flores, del Alma de la Naturaleza, del sentir en Ella, y así, pasa,
se disuelve, se recupera, volvemos a ser en el lugar escogido, aceptar la decepción, aceptar lo que es, y se vive,
se quiera, o no, se quiera, hay que hacerlo, esperando, encontrar en algún lugar, el remplazo, la congoja, de la pena, ya olvidada, encontrando, lo venidero, bueno, porque así ha de ser, sin más.
Sin esperas, con encuentros, de la verdad, qué ha de ser, olvidados en el recuerdo.
por Montserrat Cobas.
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