La dureza, del mundo, de las gentes, es comparable, a la dureza de la vida, es, lo qué se ha generado, olvidando, obviando lo principal, lo, primordial, y en ello tenemos.
Fluir en el amor, nos dona estabilidad, con el bien, y nos afianza, a la naturaleza de la propia, vida, la esencial, nos enmarca, y nos guía, en ese lugar, lejano, y, tan cercano, desconocido, para la mayoría, sin embargo, provenientes de ahí, estando, en él, sin notarlo, sin percibirlo, alejados, y se tiene, intrínsecamente.
Y ahora, esté, nos, lleva. Así, cómo lo reconozcamos.
Por Montserrat Cobas.
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