Cuándo a todos nos llega esos momentos sublimes, en los que sentimos y percibimos, nos damos cuenta de lo que hay en nosotros, esas sensaciones qué a veces nos iluminan y otras nos frenan, nos paran tenue-mente, para percibir lo que existe en ese momento, en esa etapa, y entonces, no nos queda más remedio qué reconocer, que somos más humanos de lo qué nos pensamos, que nadie está exento de los sentimientos, qué nos influyen y nos reconocen, lo que hay y a habido, un fin, sin consecuencias, qué ahora se dan, sentir, es humano, y nos lleva, a dentro de ello, reconocer qué dentro de la divinidad que nos pertenece, sentimos desde el amor o el odio, acercándonos a lo que realmente somos, reconociendo lo que es y ha sido, para soltar y proseguir, unidos a un todo qué no se acaba, qué existe y qué algunos podemos observar, cada vez más, porque las situaciones nos inundan para que ello ocurra y así, ver la realidad que viene, soltar, transmutar, iluminar y ser un nuevo ser acorde a lo qu