Es la vida lo que uno siente,
no se percibe lo del otro,
a no ser qué seas muy sensible,
o de naturaleza idónea para hacerlo.
No todos chillan ni proclaman,
sus dolores, sus desavenencias,
sus sufrimientos,
no todos son proclives a realizar lo.
Somos seres humanos siempre al borde de un precipicio,
en cualquier instante nos puede ocurrir lo impensable,
lo qué nunca pensaríamos que iba a suceder,
sin embargo sucede.
Ahora en está etapa muchos se pondrán en el otro lugar...
lo sentirán, por un momento sucumbirá la compasión,
con ganas de ayudar o poder hacerlo,
muchos ya nacieron con esa virtud y muchos se rieron... de ellos,
sin embargo que magnifica virtud propia del ser humano evolucionado,
desde el propio gen de la divinidad que todos llevamos dentro.
Ahora sentimos, quizás, lo que nunca pensamos sentir.
El mundo se vino abajo para poder resurgir de sus propias cenizas,
esas que cada uno llevamos dentro en momentos de desasosiego,
o te levantas y sigues o quedas anclado allí dónde nunca se quiso estar,
por eso, aúpa, todo tiene su fin, y nada lo tiene,
todo es una linea ilusoria dónde algún día todos nos encontraremos,
para saber y encontrar lo del otro, y así afincarnos en lo que realmente somos de verdad.
Seres mantienen en secreto su ayuda a la Humanidad.
Secretos sin desvelar y desvelados, estamos ahí para ayudar.
Sin embargo, pocos lo sabrán, sólo los que han vivido la verdad,
la han visto la han sentido en sus propias carnes, producto de la misericordia,
y del amor al prójimo.
Pocos lo verán, o sí, quizás muchos.
Un Nuevo Mundo está por empezar.
Sobreviviremos.
Por Montse Cobas.
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