Y en ese momento de paz,
paz necesitada, paz encontrada, que tan solo Tú puedes hacer,
en el sentimiento armonioso,
en el momento intrínseco, que sientes percibes,
que hay algo más, algo, espiritual, que no se ve, pero se siente,
y observas que no hay mayor movimiento que dejarlo sentir,
que te abre a lo infinito, sin esperas, sin sentires, solo avanzas,
y encuentras otro sentimiento, otra forma, otro trayecto, en el cuál,
una vez entras, una vez lo encuentras, ya no hay vuelta atrás,
lo añoras, cuando no lo dispones, o no lo puedes disponer,
pues hay que ponerse, hay que hacerlo, hay que buscarlo,
y así encuentras lo inexplicable, lo no visto con los ojos a primera vista,
pero que sí se siente, se percibe con el sentimiento, con tu esencia, te adentras,
y lo captas, añoras, esa vida, así, sin sacrificios, sin padecimientos,
sin trabajo duro, en el cual tu alma vuela se encuentra agusto, encontró su sitio,
de dónde pertenece, y algún día volverá, el secreto del cual no se puede hablar,
y esa es la verdadera vida, sin saber si alguien te puede acompañar, sintiendo,
lo que sientas por el otro, o tan solo, sera sentimiento, fluir en la misma emoción,
en el mismo sentir, en el mismo fluir, juntos, sintiendo, o no.
Quizás uno de los últimos trayectos unidos, o solos, esperando encontrarnos,
o tal vez, al encuentro, sin saber la verdad del más allá, pero si el comienzo,
lo que hay y pocos se atreven a decir, hablar de ello, pues no se ve, pero;
no por ello inexistente.
Energías, que fluyen, fluimos en la Esencia Madre, encerrados en un cuerpo, motor,
del cual salimos, cuando nos toca, sin decir adiós, o sí.
Adiós premeditado.
Aceptado.
Por Montserrat Cobas.
No es tristeza, es un percibir, interno, intrínseco, de modestia, de saber, sin más.
No hay depresión, sino la que uno ejerce, sólo, o junto a otro, en su incomprensión, en su no atención, a lo que sí deberían atender.
El amor probable que uno siente por el otro, compartido o no, es tristeza, que acompaña a una situación, a un sentimiento, a una incomprensión, en un mundo aquí, incomprendido.
Pero, no por suerte a un mundo entero, realizado por cada uno de nosotros, íntimo, único, y en la elección deberemos elegir, el bien de uno, el bien de otro. El bien mutuo.
Instantes, momentos, sin más, que no han de ser un tiempo entero, no, cuándo lo descubriste en tiempo lejano, sabes lo que repercute, y ya no se quiere repetir.
Por eso, siempre alegres, aún con nuestros momentos de incomprensión, incomprendidos. Qué todos tenemos, o podemos tener, un mundo escueto en sentimientos, y formas.
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