En esta Navidad, en estás fiestas festivas, hay que transmutar energías, de soledad, indeseada, de faltas, de personas a las que amamos, y extrañamos, qué por un motivo o otro no se encuentran con nosotros, pensar que hay circunstancias, momentos, sucesos, que así insta a qué a si sea, hoy, vivo ese momento, nunca fijado, y del cuál tantas personas me hablaban, y viven, y ahora entiendo como se sienten, vivir lo que pasa el otro, entenderlo, ponerse en su situación, total, imposible, pues, hay que ser igual a él o ella, vivir sus condicionamientos, sus experiencias que marcan, sus instantes. Pero qué, sí, es muy conveniente hacerlo, sí se puede, para ejercer los mínimos errores ante ello. Juzgando y haciendo, lo nada conveniente, pues no sólo influye al que juzga y actúa negativamente, sino al todo colindante, un aglomerado invisible, pero que sí se allá. Transmutar, es liberar esa energía que nos invade, que nos acongoja, o des-equilibra, y en esa transmutación, vivir lo
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