Observamos, sí observamos.
Cómo aunque parezca que nada a cambiado, cuánto a cambiado.
Es la sociedad formada, que percibe en momentos de observación, cuán la gente necesita de otro, se percibe, cansancio, soledad, desajustes, insatisfacciones, sacrificio éste siempre lo ha habido y en parte hasta que no cambie la totalidad, lo habrá, pero ahora ese sacrificio se vive sólo-callado, ya no hay hábito de compartir, o poco, de ayudarse, de saber qué cuándo has de hacer algo habrá alguien que te acompañe con el cuál podrás sincerarte, con confianza, esa compañía que es sana, por mucho que quieran decir qué hay que valerse solo, pero la soledad mal llevada o la soledad en compañía, todo para uno, siempre acarrea sacrificio con un ápice de malestar-desconocido- incluyendo la depresión o la ansiedad, un hábito incrustado en esta, porque ese silencio por mucho ruido ajetreo que se lleve dentro del trabajo se vuelve en vacío latente-incomodo- cuándo sales de él, es algo que falta, porque ya los sentimientos cómo se dejan de lado por las consideradas prioridades dentro de un egoísmo dañino, se van difuminando hasta el punto que desaparecen, y ahí lo qué tarde o pronto se encuentra.
Volverse a encontrar, y entenderse dentro de la Compañía, en mayúsculas, compañía sana.
Ahora está es una prioridad irreconocible, pero qué en el fondo se reconoce.
Por Montse Cobas.
Compañía que habremos de saber escoger por nosotros mismos.
Comentarios