Y, qué, nos gusta del otro. Lo qué nos atrae. Sus movimientos, sus formas, su comportamiento, pero, especialmente, su esencia, esa que se mueve, que nos impregna, que no se ve, pero, se percibe, sin saber porque, se siente. Inclusive en sus palabras, en su mirada. Y en ese acumulo de efectos, elegimos, quienes se quedan con nosotros, y quienes, no, tarde,o, temprano, lo hacemos, unido a las circunstancias, al momento, en qué vivimos, y, así, hacemos, elegimos, procurando, siempre, los que lo hacemos, en, el bien de Dios, porque sabemos que es una fuerza exterior, y interior, qué existe, aunque no se ve, al igual, que la esencia de cada uno de nosotros, y nos atrae, la percibimos, sabemos que está, pero , no, la vemos, la existencia viva, en el instante, existente, que nos dice, y nos marca, de por vida, donando-nos, de enseñanza, y sabiduría, para nuestra propia, evolución, y la evolución, propia de la existencia, viva, porqu
Entra en un mundo real. La otra realidad.