Y fue aquel día de agosto en el cuál Marc, acercándose a su madre le dijo, mama dónde vamos. Su madre cogiéndolo de la mano, ..., vamos a aquel lugar donde tu estuviste de pequeño agazapado, amado y acompañado, acercándola a su vientre, él sorprendido y a la vez sonriente... ¿aquí? con un indice superior de inteligencia inmediatamente entendió lo qué ésta quería darle a entender, bajaron las escaleras del puente, sentándose en una piedra que ladeaba el río, y ahí, arrimados el uno al otro, abrazados, uno escuchaba, la otra contaba con sumo amor, su historia, la historia de cómo comenzó a gestarse la vida del pequeño, ilusionada y contenta de qué así fuera, sabiendo que el momento que estaban viviendo se daría algún día, y en esa unión ambos recordaron los sentimientos que ya habían tenido hace unos años atrás, cuándo ni tan siquiera sabían el uno del otro, ni su apariencia, ni el cometido de su existencia, conocerse y amarse en un tiempo proclive para que así se diera. Con A
Entra en un mundo real. La otra realidad.