Es una pena cómo las personas se pierden a través de sus malas emociones, pensamientos o actos, perdiendo su pureza y su buen hacer, con ello su bienestar haciéndoselo perder recíprocamente con quién se relaciona y es diana de sus pensamientos, emociones y actos. El mundo sería otro sí esto no ocurriera, sucediera lo qué sucediera, sé siguiera siendo ese niño puro evolucionado y crecido con una mirada de fe y esperanza en el prójimo y en el mundo un sustancial apoyo de los unos con los otros, el mundo sería muy diferente, idóneo para toda vida, toda existencia plena de Amor, inundando su Ser y Corazón, esa energía, esencia madre de Dios y con Dios. Paz y benevolencia.7