LA LUNA NO TIENE ESPEJO. Estaba la luna en silencio, observante y sintiendo, lo que a su alrededor se movía, esencias que la rozaban como la más suave caricia, en su interior, bullía, se daba cuenta del movimiento de su materia, seres vivientes que danzaban al son de su propia fuerza, haciendo y des-haciendo en sus entrañas, pero Ella atenta permanecía, serena como la flor que expande su olor sin dejar de ser ella misma. Así en un momento del Universo, en el cual la novedad se acrecentaba, viajeros alrededor de ella pasaban, meteoritos sin destino de una cruel mirada, el fin de la existencia de un cuerpo, repartiendo-lo por el espacio, la energía y la fuerza llevaban y así la dirección tomaban. Ella sorprendida, ¡novedades a la vista!, no sin dejar de mostrar su moles-tía del impulso que recibía, y del ruido que ello traía. Fija estaba, y sin embargo, se desplazaba, levemente, sus habitantes ni lo sentían, pero... Ella sí, -¡qué desazón! se decía. Pero... Mo
Entra en un mundo real. La otra realidad.