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EL RINCÓN DE LA VERDAD. Narración incluida en el libro "Cuentos con mensaje". Libro de valores, superación personal y.... leerlo.

Incluida en mi libro "Cuentos con Mensaje" 

EL RINCÓN DE LA VERDAD.

Marga, una mujer de 38 años, llego a la ciudad de Lérida en busca de trabajo. Le acompañaba su hijo de 10.
Lo primero que hizo al llegar, fue buscarse una habitación donde poder vivir.
Después de visitar unas cuantas casas y siguiendo el consejo de la propietaria de una de las habitaciones que habían visto, decidieron acercarse a un pueblo colindante a esta provincia, haber si encontraban una habitación algo más barata, pues todas las que habían visto, eran realmente caras para ellos.

En la primera casa del pueblo, alquilaban habitaciones. Una vez la hubieron visitado y viendo que lo que le pedían por ella era adecuado para ellos, decidieron ubicarse allí mismo.

Marga, deshizo la poca ropa que llevaba, colocando-la en el armario.
Mientras tanto, el niño bajo a merendar con la propietaria de la casa.

Cuando hubo terminado, bajo a hablar con ella, pidiéndole por favor, que se quedara con el niño.
Había visto a unos 10 minutos de la casa, una tienda en la que se ofrecía trabajo de dependienta.

Se apresuro a ir hacia la tienda. Cuando hubo llegado, entro por la puerta y hablo con la dueña. Le explico su situación. Necesitaba urgentemente trabajar.
La jefa no se lo pensó mucho. No había muchas mujeres que quisieran trabajar en ese puesto. Así, que la cogió de prueba.

Marga salió contenta de la tienda.
Con paso ligero fue hacia la vivienda donde se hospedaban.

Cuando llego, le explico a su pequeño, que al día siguiente, empezaría a trabajar.
A Joan no le gusto nada eso de tener que quedarse en la habitación solo, pero tenía que conformarse. Su madre tenía que trabajar, ya que lo que le pasaba su padre de manutención, era lo justo para comer, teniendo que cubrir, el alquiler, y demás gastos.

Marga hablo con Cándida, la propietaria de la vivienda, para que supiera que el niño se quedaba solo, a la vez, le pidió que lo vigilara. Quedo en llamarla a media mañana para ver cómo estaba Joan. Esta lo asumió encantada, ya que vivía sola y no tenía hijos, así que para ella, era una compañía.

El primer día de trabajo transcurrió con toda normalidad pero cuando Marga se empezó a ver por el pueblo, se empezaron a dar toda serie de comentarios.

Una mujer sola, con un niño, de alquiler en una habitación...Los hombres del pueblo empezaron a hacer toda clase de historias que ellos mismos se creían como reales.

Marga, era una mujer no demasiado hermosa pero sí muy atractiva, con cuerpo delgado y semblante serio. Tenía unos bellos ojos azules, grandes, que destacaban de su rostro. Pero su mirada era sumamente triste.

Parecía no tener interés por conversar con nadie.
Iba a trabajar, estaba con su hijo, y tenía algún que otro corto dialogo con Cándida. Está en su última conversión con Marga, le pregunto sobre su vida privada, a lo que esta, no contesto, cambiando de tema.

Esto, no le gusto nada a Cándida, pues su curiosidad era mayor que su comprensión, dando pie a críticas con las demás mujeres del pueblo. Solo hubo una, Alicia, que se enfado mucho por el tema que estaban manteniendo sus vecinas. A lo que no se calló, diciéndoles que no debían criticar ni juzgar, que ha saber lo que debía de haber pasado la mujer, refiriéndose a Marga.

Su vida, quizás no ha sido demasiado fácil y vosotras aún se lo queréis poner más difícil, dijo toda enfadada.

En vista de la conversación de sus amigas, cogió y se marcho, pues las palabras que estaba escuchando le molestaban interiormente.

Las vecinas al ver la posición que había tomado Alicia, la catalogaron de sensiblera e ingenua. Dándola de lado, al no ser de sus mismas ideas.

Eso a Alicia no le importo, pues el comporta-miento de sus vecinas, no le estaba gustando nada.

Marga, empezó a notar en la tienda, que el comportamiento de las clientas, la mayoría del pueblo, no era del todo agradable hacia ella. Le tiraban la ropa de las perchas para que la recogiera. Le hacían quitar del escaparate, prendas, que luego no se llevaban. Incluso alguna risa y burla a sus espaldas cuando estaba atendiendo a alguien sobre su manera de atender o de hablar. Esto a ella la hundió más en la tristeza, entrando en una depresión acusada. Pero ella se negaba a no poder salir adelante, así que cada mañana hacia un esfuerzo abrumanté para levantarse e ir a trabajar.

Joan, notaba que a su mama le pasaba algo.
Estaba más triste que de costumbre. Así que el niño dentro de su corta edad, cuando Marga llegaba de trabajar le decía de salir a dar un paseo. Simplemente para que su madre estuviera entretenida.

Cada noche, preocupado, le hacia la misma pregunta:

Mama, ¿estás bien? Agarrándola, por el cuello y dándole un fuerte beso.

Si hijo, contestaba ella.

Cuando Joan, le realiza estaba pregunta a ella muchas veces, le costaba retener las lágrimas.

Realmente, no lo estaba pasando nada bien.

Además del comportamiento de sus vecinas, notaba que algunos de los hombres del lugar, la miraban de una manera que a ella no le gustaba, poniéndola nerviosa, incluso, se habían atrevido a insinuarse de una manera poco agradable, como si ella fuera una cosa que realmente, no era.

Esto a ella le supuso un empeoramiento de su salud. Por muy fuerte que se quisiera hacer, eran muchas cosas juntas, y su organismo empezó a dar señas de enfermedad.

Pensando en su hijo acudió al médico, para intentar una mejoría. Este le dio un tratamiento.

Marga no comento nada a nadie de lo que le estaba pasando. Era incapaz por su imposibilidad de defenderse en ese momento de las situaciones que le estaban ocurriendo. Avergonzándose de ella misma.

Alicia, había intentado en varias ocasiones acercarse a Marga, pero esta no se había percatado de su presencia, iba metida en sí misma por todo lo que le estaba ocurriendo, sumida totalmente en la tristeza.

Al poco tiempo de recibir tratamiento y de varias visitas al médico, ella misma, empezó a notar mejoría, fue entonces, cuando un día vio a Alicia y entablaron conversación.

Los vecinos y vecinas, las miraban con extrañeza, pues fue la primera vez, que vieron a Marga sonreír. Su rostro había cambiado. Ya no era esa mujer con la cabeza cabizbaja, la cual no hablaba con nadie. Su rostro dejo de estar triste para pasar a un gesto relajado.
En cierta manera, se avergonzaron de su comportamiento anterior, pensando, que tal vez, Alicia tenía razón.

Con el tiempo, Marga y Alicia, se hicieron buenas amigas, ayudándose mutuamente. Cándida observando el cambio que había pegado Marga con el paso de los meses se avergonzaba de las críticas que había realizado de ella. Cambio de actitud, ayudándola todo lo que podía con el niño. Lo llevaba y recogía del colegio además de atenderlo cuando su madre trabajaba.

Joan, estaba feliz de ver a su mama sonriente y sobre todo, que tenía amigas.

Un día en una de sus conversaciones, Marga se abrió a Cándida y Alicia en confianza. Fue ahí cuando se enteraron de que estaba separada. Que se había ido de su casa, porque su marido era violento y temía por su vida y la de su hijo. Que había sufrido malos tratos y humillaciones por parte de él y que no estaba dispuesta a que su hijo siguiera viendo ciertas situaciones. Por eso, estaba ahí.

Empezó a sentirse bien. Libre de todo sufrimiento pasado, permitiéndole ser feliz. Mejoro notablemente su estado de salud. Podía andar por la vida, ágil y feliz. Mirando de frente y a los ojos. Porque ella a pesar de todo trato de sus vecinos, de todas sus criticas. En el fondo de su mente y corazón, estaba el rincón de la verdad.

Ella y solamente ella y quien la quisiera creer, sabía que había sido y seguía siendo, una mujer honesta, luchadora, fiel en todos los sentidos, sincera y a ella eso le bastaba. Sabía lo que había sido y lo que era. Una mujer que en su pasado, se entrego a la familia y a sus amigos, ayudando les en todo lo que pudo. Encontrándose sola en momentos, que era cuando más los necesitaba, pero eso ahora estaba superado. Había salido de todo eso. Tenía un sitio donde vivir con su hijo, y pocas amigas, pero leales y sinceras. Y eso es lo que importaba.

La verdad de lo que has sido y eres, solo lo sabes tú.
Por mucho que intentes esconderlo, el rincón está ahí, diciéndote, lo que realmente es tu persona.
Tú has de poder vivir con ello, nadie más que tú.
A los demás, quizás puedas engañarlos, pero a ti no.

Por eso, vive con el bien, los buenos actos y en paz con el prójimo, así encontraras, tu serenidad, tu felicidad y la de los demás. Es tu mayor recompensa como persona.

Procura no hacer mal, vivirás mejor contigo mismo.


Mari MC.

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