NARRACIÓN, VIAJE AL SUBCONSCIENTE

Ernesto, era un joven, no tan joven, pero sí joven, de unos 44 años. Lo dicho joven, que acababa de venir de uno de sus viajes más deseados. Estaba cansado.
Había ido al Tibet con un par de compañeros.
Todavía tenía la sensacion que le había dejado dicho viaje.
Allí había visto otra manera de vivir, de pensar y con unas actitudes muy diferentes a las de Europa. Logrando una armonía en su cuerpo nunca sentida, pero que añoraba.
Le inquietaba despertar de la vivencia del viaje.
Estaba tranquilo con la mente en las montañas, de las gentes de aquel país, con un sentimiento de querer volver.
Llego a la puerta de su casa con desanimo de entrar, de volver a la realidad, al estrés, las incomodidades de la vida diaria... Entro despacio, dirigiéndose a su habitación.
Dejo las maletas en la entrada y se abalanzo directamente a la cama, sobreviniendo-le el aura del sueño en su persona.
Los ojos se cerraron relajados, la oscuridad sobrevino en su mente y el no escuchar, no sentir...
Estuvo varias horas en un relajado y profundo sueño...

Caminaba en un alto con mucha vegetación, cubierta por la nieve, hacia frió, llevaba una amplia túnica como las de los habitantes del Tibet. Encima de ella un gran trozo de piel, la cual impedía que su rostro se quemara con las bajas temperaturas. Llevaba una gran vara que le ayudaba a sujetarse en su caminar por el suelo totalmente nevado. Sus pies doloridos por el frío estaban rojos, con un ligero tono morado, pero aún así, seguía hacia arriba, luchando con el viento helado que se filtraba por los resquicios de su ropa.

A mitad de camino, encontró una cueva en la que se adentro con la intencion de protegerse del frío y descansar.
Enseguida se percato de un agradable olor a humo. Desprendiéndose del fondo de está, un calor agradable.
Fijo la mirada al final. Observando una luz que se movía. Parecia una llama proveniente de una fogata. Acercándose a ella, vio sentado cerca del calor del fuego un anciano. Tomaba una taza de algo caliente. Esté al percatarse de la presencia de Ernesto, le dijo con voz calmada:

- "Puedes sentarte si te apetece".

Cogiendo una taza de su bolsa, hecho el liquido del recipiente que estaba cercano al fuego y se lo ofrecio.

Ernesto lo cogió con sumo agrado. Estaba helado y realmente le apetecía tomar algo caliente, que reconfortara su estomago. No había comido nada en todo el día ya que había terminado los víveres que había cogido de casa.
Acercando- se al fuego, tomo asiento al lado del anciano. Reclino levemente la cabeza agradeciendo la taza de caldo.
El anciano se mantenía callado, con los ojos cerrados, en posición de meditación, Ernesto respeto su actitud y no dijo nada, aprovechando para taparse bien con la gran piel que le cubría.
Cerro los ojos entrando en un estado de relajacion absoluta y de descanso.
Al cabo de unos minutos noto alrededor de su cuerpo una brisa de una temperatura agradable. Sintiendo como una gran luz blanca penetro en su interior con gran fuerza. En su mente se sucedieron visiones de otro mundo o eso le parecía a él.
Era totalmente diferente al que conocía, ruidoso, con medios de trasporte de metal, trasladándose con ruedas en su superficie. La gente se movía de un lado a otro con rapidez. Había casas de muchas plantas y muy altas.
Las imágenes se sucedían muy deprisa, no dando tiempo a observarlas.
En su concentración escucho en su mente la voz del anciano que le decía,
"Déjalas pasar. Estas viendo el futuro. Sera una época en la cual se habrá avanzado en tecnologia, pero un gran reto les absorberá.
Después de una serie de graves dificultades, problemas mundiales que deberán de solucionar, quizás con ayuda, del que ha estado siempre, una raza superior, que no es de este planeta, pero que está y estará con nosotros, vigilando-nos, protegiendo nos de los peligros que nos pueden llevar a la autodestruccion. Solo actuaran si es necesario hacerlo, asombrándonos de ello, pues no se reaccionara con temor, si se dejan ver".
"Pero está, nuestra tierra, esta bendita y protegida por la gran fuerza divina y de estos seres que nos protegen de peligros de los cuales no somos conscientes, ni lo serán .
Solo cuando el ser humano halla solucionado sus problemas y logre el avance tecnológico y espiritual adecuado, los verán. Comprendiendo entonces a razón de todo lo sucedido, que la frontera final de la ciencia y la tecnologia, que la vida del hombre, está en la espiritualidad y no en las cosas materiales".
"En ese momento se lograra la gran evolución del hombre, comprendiendo que para su supervivencia es necesario aprender y comprender la esencia de la espiritualidad, la relación entre el cuerpo y espíritu y el hecho de que estamos conectados los unos con los otros y con el todo. Logrando de esta manera nuestra supervivencia. Llegando a un estado donde predominara el amor, un nuevo entendimiento, comprensión, unidad, la paz y el bien."
Dicho esto permanecieron unos minutos en silencio, ambos abrieron los ojos, se miraron entendiendo la conexión que habian mantenido por unos momentos.
Ernesto, dijo con voz tenue y relajada:
Gracias maestro, ahora e de proseguir mi camino.
"Sera libre y acogido tu camino por la energía de nuestro sol , te permitirá llegar pronto al monasterio", le dijo el anciano.
Ernesto se sorprendió de la sabiduria y clarividencia de aquel hombre mayor, que parecía no sentir el frío, hallándose sentado en el suelo de piedra de la cueva.
Agradeciendo otra vez, la taza de caldo, se dirigió a la salida de está.

Siguió su camino hacia la cima, ligero y descansado. Allí se encontraba el monasterio al cual debía de ir para recluirse espiritualmente.

En esos momentos un sonido, le sobresalto...
El teléfono sonaba, estaba aturdido, no sabiendo donde se hallaba, ni de donde provenía el ruido.
Se incorporo rápidamente, su corazón golpeaba fuertemente su pecho, tropezando con la maleta, cayó encima de la lampara de sal que había comprando en el Tibet situada al lado de los paquetes. Su pie quedo en medio de los bultos quejandose de dolor, un dolor parecido al padecido hacia unos momentos.

Ernesto quedo sentado en el suelo.
Sujetándose el pie con la mano dejo sonar el teléfono. Su mente ahora estaba en otro sitio. Recordaba lo que el anciano tiempo atrás le vaticino, para una época futura en la que él ahora estaba viviendo...
Recordando las imágenes de hacía un momento con las de su ciudad.

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NARRACIÓN CORTA INCLUIDA EN EL LIBRO ESPIRITUAL, CUENTOS CON MENSAJE. Autora Montse Cobas. Puestos de venta en el lateral del blog.

LUNA SERENA