Cuando nacemos, pasamos un tiempo que no podemos caminar, debiendo aprender hacerlo.
Cuando poco a poco nos vamos poniendo en pie. Unos con más tiempo, otros con menos, dependiendo de lo intrépidos que seamos, abrimos los brazos para poder ir más deprisa y alcanzar lo que nos gusta o llama la atención. Sin percatarnos, ni darnos cuenta de los peligros que puede acontecer al ir corriendo hacia algo, (no se nos vaya a escapar) . Haciendo que nos demos más de un golpe. Nuestra inexperiencia, el no saber, hace que esto ocurra.
Por eso nuestros padres o cuidadores deben ser nuestros guías. Necesitando mucha enseñanza. La teoría nos la deberían de dar ellos y la práctica la vamos cogiendo con nuestras experiencias y vivencias.
Cuando empezamos a caminar no somos conscientes de los peligros que en la vida existen.
Nos encanta andar descalzos, ofreciéndonos un aire de libertad, de comodidad. Nos molestan los calcetines, los zapatos, las zapatillas.
Son piezas que nos protegen de las piedras, del frió..., dándonos un buen caminar, siempre y cuando sean adecuadas a nuestros pies.
Pero sin embargo cuando somos pequeños, la mayoría no las queremos. Nos encanta sentir el suelo en nuestra piel.
Si aprendiésemos y nos acostumbráramos a andar descalzos, la piel de la planta de los pies se endurecería de tal forma que no notaríamos las piedras, el frió, los desniveles en el suelo...
Al principio de nuestro aprendizaje, dolería, molestaría, incluso tendríamos heridas en ellos, golpes, pero con el tiempo, todas estas molestias desaparecerían.
En la vida hay un tiempo en el que andamos descalzos. Vivimos, aprendemos, sentimos, somos felices, nos dañamos o nos dañan.
No tenemos ninguna protección ante ello. Al principio de nuestra vida somos vírgenes en cuestión de experiencias.
Dependiendo de lo intrépidos o prudentes que seamos, así serán nuestras vivencias. Sabiendo que hay algunas que están ahí, no porque las hallamos buscado, sino, por lo que sea, surgen sin poder evitarlas. Son vivencias no buscadas, inexplicables, pero si aparecidas, debiendo afrontarlas de la mejor manera que podemos.
Conforme vamos creciendo, nos vamos forjando, nos cubrimos, nos vestimos de las prendas necesarias, nos protegemos con ellas y todas son diferentes.
Son prendas que necesitamos en el momento, etapa o época.
Muchas veces lo hacemos conscientemente. Otras ni sabemos que están ahí, son inconscientes, involuntarias. Es una prenda invisible que nos ponemos para protegernos de algo que nos hizo sufrir o padecer.
En el fondo nuestro subconsciente es muy inteligente. Solo hace las formas para protegernos de algo, que nos hizo padecer enormemente. Evitando que se vuelva a repetir lo mismo. Consiguiendo que no volvamos a sufrir por el mismo motivo que nos podría hacer mucho mal, ya que se acuerda internamente. Aunque ya tengamos superado del daño que nos produjo.
Realmente es intrigante este tipo de reacciones por parte de nuestra mente. Nuestra auto-protección.
Un motivo, pero no, un porque claro.
Cuando llegamos a una cierta edad. Tenemos nuestro armario repleto de prendas. Algunas las llevamos mucho tiempo, otras de por vida si no logramos un desgaste en uso y de aprovechamiento de ellas.
Si esto lo alcanzamos, iremos colocando en nuestros pies y en nuestro armario, nuevas prendas, nuevos zapatos que nos harán tener nuevas sensaciones y nuevas experiencias. Probablemente muy buenas, si nos percatamos de todas ellas.
Y si algún zapato nos hace daño, solo tenemos que dejarlo en la tienda o simplemente poner una crema suavizante en el pie para que la piel del zapato se vaya dando poco a poco. Hasta que este se adecue a la forma de nuestras extremidades. Sabiendo que si el problema es de que nos es pequeño, el zapato nunca cederá, entonces no habrá otra que tirarlo, lanzarlo a la basura.
Comenzamos en la vida descalzos, aprendiendo a caminar, con las mejores ropas, zapatos que se adecuan a nuestra persona y situaciones.
Sabiendo que las que nos perjudiquen, hagan daño, debemos arreglarlas o tirarlas, lejos y fuerte. Consiguiendo que estas ya no nos dañen.
Piensa en eso que tanto te daña o molesta.
Búscale algo positivo, algo que has aprendido, algo que has visto con ello.
Ahora, piensa en lo que te ha dañado o lo esta haciendo. Agárralo fuerte, envuélvelo con tus manos y lanzalo lo más lejos que puedas.
Piensa que ya, no te va a lastimar, que sabes lo que es, por lo tanto ya no te hiere.
Imagina que ese algo conforme se aleja de ti, se destruye, se difumina. No está, no existe.
Ya paso, no existe, ya no te puede perjudicar. Se alejo, se difumino.
Ahora estas abiert@ a nuevas experiencias, a sentir felicidad, a hacer cosas nuevas, buenas y mejores. A seguir conociendo, pero ahora con el conocimiento de lo pasado, superado y aprendido. Llenando el libro de tu vida, sabiendo que a veces ,quizás, aún sigamos caminando descalzos, pero ya los zapatos que nos hicieron daño no están. Quizás llegaran otros que iremos arreglando o descartando, pues la enseñanza nos enseño lo que es ir descubiertos pero esta vez estamos arropados y calzados. Lo que nos da más fuerza y voluntad.
Nuestros pies ya están fuertes y resistentes. Haciendo nuestro caminar fluido y mucho más seguro.
maricmasi.
DIBUJOS REALIZADOS POR maricmasi.
ABRIENDO CAMINOS VAMOS...
Que tengáis una buena tarde y noche.
LUNA SERENA.
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