Y en el silencio de la tarde, de la noche, del día, sólo uno desde esa serenidad sabe como se encuentra, y la busca y la allá, es fácil si sabemos, nos acostumbramos a realizar-la, soltar lo que nos abruma sintiéndola, la paz, el ligero palpitar del corazón que nos hace ver que estamos vivos, desde nuestro yo más profundo y experiencias consentidas o no, sólo vivir, cuándo ya no hay sueños ni ilusiones, y es qué quedaron muy atrás, cuándo ni siquiera la niñez se sentía cómo tal, y entonces, qué queremos, lo que hay, lo que somos, y qué, así somos, sin dañar, todo está bien, todo está perfecto, hay que seguir aprendiendo en el camino escogido y buscado, no siempre se encuentra pronto, sino más bien tarde, pues las enseñanzas y sentimientos son los que nos derivan allí dónde esté. Nunca percibí tan fuerte, lo compartido, y nos está pasando a todos, sólo que cada uno de nosotros lo vivimos diferente, pero difícil, complejo se nos hace a todos. Hasta el punto que a veces aturde.
Entra en un mundo real. La otra realidad.