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Podemos conectar con nuestras más profundas emociones.
Esas qué ya no recordabamos, a través de música, de meditaciones muy intrínsecas, observando lo qué duele o dolió, dejándolas fluir, sabiendo las, reconociendo las, dejándolas ir.
Son momentos de acercamiento profundo, admitiendo la tristeza, pero ya en paz, fluyen.
Salen de ese laberinto escondido, camuflado dentro de nosotros, y entonces, admitimos y dejamos ir esos momentos de melancolía, de profundo malestar ocasionado por vivencias Inclaustadas dentro, muy dentro de nosotros.
Quien no lo ve, quién no lo siente, nunca lo puede ver, y por lo tanto nunca lo puede saber, haciendo mella en nuestro interior, hablando en forma de dolor y enfermedad.
Sí supiéramos, hay sí supiéramos, no dejaríamos qué nos hicieran daño, pero dejamos por la inexperiencia, por el desconocimiento, y sí, porqué no, por amar desde el alma.
La ingenuidad del Ser almico, qué conoce el dolor a través del desconocimiento de la maldad.
Conociendo la.
Y es triste es injusto, es, lo qué es por doble conocimiento y en ello queda asentamiento, aprendizaje de lo qué es, y superación, un doble trabajo interior.
Por ambas partes, pero por sobre todo, de perdón.
En su más amplio aspecto.
Por Alma Azul.
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