La vida, y todo, va cambiando. La cuestión es qué hasta qué punto de conveniencia. Cogeríamos un poco de lo qué sí de un tiempo y más de otros. O quizás predomine alguno más qué este. La equiparación se hace difícil y cuándo ya llegas a una etapa de la vida con ya unos años y experiencias vividas sí podemos sopesarlo, observamos, deducimos y empezamos a querer gestionar. Los años no son tristes, te da la sabiduría para poder ver el mundo tal cómo es, con otro o diferentes prismas, aceptando y lo qué no lo miramos de reojo o de frente haciéndonos conscientes, y nos decimos. Qué hacemos con ella. Con nuestra vida. Es lo único qué de una manera o otra podemos accionar, cómo y hacia dónde, llegado a ese punto qué dan los años, ya creciditos, y nos decimos allá voy con otra pausa y entereza. Por eso, entrar en la melancolía por los años, no. Sólo desde la humildad, enaltecerse con amor y armonía para ver hacia dónde sí y hacía dónde no en el momento de la propia sabiduría qué
Entra en un mundo real. La otra realidad.