Recuerdo aquellos tiempos en los cuales era niña, era todo bastante diferente, estábamos bajo la atención y educación de nuestros padres y escuelas, teníamos momentos de silencio, en los cuáles sentíamos esa ternura interna qué se instaurába en nosotros por momentos, ingenuos y des conocedores de la vida en sí.
Silencio qué muchas veces no era tal, se podía escuchar la radio qué hacia eco a través de los patios, la inolvidable ya olvidando telenovela, Lucecita, entre otras, no la seguíamos pero a veces era obligación pues se escuchaba dentro de la casa, los niños jugando, los voceríos de las personas, sintiendo cuándo verdaderamente se daba el silencio la tranquilidad a través del ambiente de la esencia, ahora ya hasta eso cambio. En el aspecto de la vecindad ya ni se escucha, y la esencia ...esa transmisión vía wifi, creó qué puede ser eso, qué a veces es tan potente qué incómoda, apagando, quizás a la gente.
Y a veces, pienso, mereció la pena tanto avance, cuándo la gente no tiene ni tiempo ni para amarse, y si se aman van tan estresados qué lo hacen de a poco a poco y cuándo pueden y se sienten con ganas, padres, hijos, amantes, da igual, los niños deseosos de la atención de sus padres, mucho más qué antes, porqué antes, es verdad, el mundo, nuestro mundo, el de cada uno, no era perfecto, pero ahora bastante menos, y si queremos encontrar esa perfección lo hacemos o intentamos buscarla en las vacaciones en las salidas, en nuestro tiempo libre, el qué nos queda, o hacemos por tenerlo.
Quisiera saber, cómo se sienten, hoy, las personas, niños, mujeres, hombres, padres, madres, gente mayor del mundo.
Cómo.
Se perdió mucho.
Cada vez más esa esencia qué nos distinguía cómo seres humanos, esa peculiaridad, hermosa, qué hacía qué los unos con los otros quisiéramos dialogar, comunicarnos, estar, con toda y plena confianza.
La qué se perdió. Y lo qué perdimos.
Quizás, ahora toqué el tiempo del encuentro, de lo mejor para nosotros, sin mirar más a nada más, pues sólo nosotros sabemos de nuestras necesidades y de nuestra prioridades hiendo quizás en contra del mundo, o dejándolo atrás tal cómo lo conocemos ahora, para un volver a empezar tras la experiencia aprendida.
Por Montse Cobas.
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