María tenía una hija de ocho años llamada Carla, esta última no paraba de pedir a su madre un cachorro de perro. La madre se lo negaba, pues argumentaba, que para tener un animal, había que ser responsable, cuidarlo y quererle.
Carla decía que ella todo eso lo iba a hacer, pero la madre no estaba tan segura de ello, por eso, se lo pensaba y pensaba, hasta que un día observando a su hija con amor, pensó," bueno creo que le daremos una sorpresa".
Al día siguiente, después de dejarla en el colegio, se dirigió a una tienda donde se vendían animales, allí vio, un cachorro de pastor alemán, era muy pequeño, apenas tenía dos meses, estaba acurrucado en una esquina del cajón donde estaba metido, su mirada era triste.
Al mirarlo la hizo enternecer, así que se decidió por él.
Compro todo lo que necesitaba en la misma tienda dirigiéndose a casa con él dentro de la cestita que le había comprado para que estuviera lo más cómodo y recogido posible.
Cuando llego al domicilio, no pudo evitar cogerlo, lo mantuvo en su regazo parte de la mañana, acariciando su cuerpo suavemente, este se dejaba, cerrando los ojos, hasta que se quedo dormido.
Lo metió dentro de la cesta y lo arropo con una sabana, este durmio un buen rato, hasta que despertó, comenzando a llamar la atención con sus gemidos.
Maria, se acerco a él y le comenzó a hablar en voz suave, el cachorrito la miraba fijamente a los ojos, moviendo la colita de un lado para otro.
¡Vaya ya despertaste!
¡Ya tienes otro semblante!
¿Tienes hambre?
El cachorro la miraba, escuchando lo que Maria le decía.
Ella se dirigió a la cocina y le preparo un biberon de leche, en su cabeza pensamientos sobre la sorpresa que se iba a llevar Carla cuando lo viera.
Estaba ilusionada y con ganas de ver la cara que iba a poner su hija al encontrar al cachorro en casa.
Le dio el bibi, quedándose dormido a media toma.
Lo volvió a meter en la cesta, lo tapo y se fue a buscar a Carla al colegio.
Esperaba en la puerta del colegio a que su hija saliera, estaba ilusionada, pues sabia que Carla se iba a poner muy contenta con el perrito. De entrada no le iba a decir absolutamente nada, hasta que lo viera o escuchara en su casa.
Carla salio del colegio con una sonrisa, las clases le habían ido estupendamente, y incluso en el recreo jugaron a juegos nuevos, con lo que ese día se lo había pasado muy bien.
Hablaba y hablaba con su madre de lo realizado ese día, hasta que de pronto le hizo una pregunta.
¿Mama, pasa algo?
No, ¿por que?
No sé, te veo diferente, tu cara esta de otra manera.
¿De que manera? pregunto la madre
Una manera buena, no se...
¿Bueno que vas a querer de merienda?
Un bocata de jamón, pan con tomate, para que este más bueno, contesto Carla.
Llegaron a casa y Carla empezó a corretear por casa, el perrito se sobresalto al escuchar los saltos de la niña,comenzando a llorar.
En un principio Carla no se dio cuenta del sonido que provenía del cuarto de la lavadora, hasta que se paro un instante a escuchar que es lo que era aquel sonido nuevo.
Mama, escuchas...
Que hija, le contesto Maria.
No sé, ¿los vecinos se han comprado un perrito?
¿Porque lo preguntas?
Entrando en esos momentos Carla a la cocina, cogió a su madre por la mano y la llevo hasta el sitio de donde se oían los gemidos.
¡Vienen de aquí!
María, abrió la puerta y le dijo a Carla... ¡pues vamos a ver que es!
Entraron... y allí estaba,
el cachorrito las miraba a la cara, dando vueltas en la cesta.
Cuando Carla vio al perrito, se quedo boquiabierta, pero, pero,¡ si es un cachorrito!
¿Que hace aquí?
Adivina...
¿Es para mi?
Sí.
Carla se apresuro a cogerlo,
¡Que bonito es y que pequeño! dijo la pequeña a su madre.
Bueno, es más pequeñito que tu, así que hay que cuidarlo mucho,¡ me dijiste que lo ibas a hacer! recuerdas...
Pero, con tu ayuda, yo no sé.
Bueno entre las dos aprenderemos, yo tampoco se mucho.
La verdad que Carla, desde el primer momento se responsabilizo mucho del perro, lo mimaba, se preocupaba de darle de comer cuando estaba en casa y de aprenderle "modales".
Tanto que el cachorro, aprendio pronto y bien, Maria estaba asombrada.
Prácticamente, no les dio faena, las típicas necesidades del animal, no les rompió, ni mancho nada, tan solo al principio, pero luego, él se hacia entender estupendamente.
Solo tenía una costumbre, que a Maria no le hacia demasiado gracia,
Era muy juguetón, cariñoso y atento, tanto, que a cualquiera le daba lametones, demasiados lametones, Carla y María intentaban quitarle esa costumbre, pues ni a todo el mundo le gustaba esta costumbre y ademas, no era muy bueno para el cachorro, ya que cualquier día iba a coger alguna enfermedad o infección, ya que no se privaba. Veía a alguien en la calle, se le acercaba, empezaba a saltar a su alrededor y lameton va, lamenton viene.
Hasta que un día salieron a pasear a un jardín del centro, había mucha gente, niños, adultos, indigentes...
Despues de corretear un rato alrededor de los jardines, Carla se disponia a sugetarlo ya con la cuerda para irse a casa.
Pero el cachorro que la vio, salio disparado por el lado contrario ya que estaba muy bien suelto y queria seguir jugando.
María lo llamo por el nombre que hacía poco le habían puesto,
¡Lord!, pero el cachorro no atendia, dirigiendose a toda prisa hacia un indigente que estaba enfrente.
Este llevaba una vara en la mano para poder caminar bien. Al ver que Lord se acercaba a toda prisa hacia él, este levanto el palo, Lord lo agarro con la boca, pensando que el hombre quería jugar, haciendo que el hombre cayera al suelo.
Lord se abalanzo encima, y empezó a lamerle, pero algo paso,
Lord empezó a gemir fuertemente y a saltar todo exaltado, saliendo corriendo para todos sitios.
¿Que le había pasado?
Todos los que estaban alrededor se quedaron asombrados y asustados de la fuerza de los gemidos que el perro realizaba, parecía que algo grave le pasaba, incluso hubo gente que pensaba, que el hombre habia pegado al perro.
Pero Maria y Carla, lo habían visto todo y sabían que pegar no le había pegado, pero entonces ¿que le había pasado?.
Maria se acerco al hombre para ayudarle a levantarse y pedirle disculpas. Mientras tanto Carla corría detrás de Lord para cogerlo.
Al fin lo alcanzo,
Se paro en una fuente a beber agua, haciendo unos gestos raros con la lengua y su cara.
¿Qué pasa Lord?
Este la miraba con tristeza, prosiguiendo con el movimiento de la lengua.
Maria al ayudar al hombre a levantarse, este le dijo. ¡si que tiene fuerza el cachorro!
Si, esta fuerte, ha salido corriendo llorando, no se lo que le ha pasado...
¡Uf! habrá saboreado mi piel y mis ropas, hoy no es dulce ni sabrosa que se diga, ya que he estado durmiendo en un banco en el cual había caído pimentón picante.
Aunque me he sacudido como he podido, es probable que aún hubiera restos de ella.
Valla, ahora lo entiendo, dijo en voz baja Maria.
Despidiéndose del hombre Maria se dirigió hasta donde estaba Carla y Lord.
El cachorro, aún estaba incomodo y proseguía sacando la lengua, de tal manera que no sabía lo que hacer con ella.
¿Qué le pasa mama?
¡Me parece que Lord a metido la lengua donde no debía, y es probable que la costumbre de lamer se le quite a partir de hoy!
Y así fue, a partir de ese día Lord, no lamia a nadie más que a sus dueñas, y antes de acercarse a alguien se lo pensaba muy, pero que, muy, mucho.
LUNA SERENA. maricmasi
Comentarios