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NARRACIÓN, EL DÍA QUE MARCELA ENCONTRÓ LO QUE LE FALTABA.



Marcela, era una chica vividora. Le gustaba la buena vida. Viajar, salir, divertirse.
Todo ello le permitía ser feliz y a la vez no se daba cuenta del esfuerzo que requería mantener un estilo de vida de ese tipo.

Sus padres eran los que le permitían vivir de esta manera.
Era hija única y eran dueños de un gran patrimonio conseguido de herencia por parte de los abuelos y del mantenimiento de este mediante muchas horas de trabajo por parte de ellos.

Fue criada por niñeras gran parte de su vida. Sus padres cuando estaban con ella era en el periodo de las vacaciones o los viajes que realizaban en familia.
Sus estudios fueron fomentados por parte de su madre. Exigiendo-le que estudiara para proseguir con la herencia familiar.
Ella no veía la necesidad de ello, ya que pensaba, que para que esforzarse si ya tenían todo lo necesario, más de lo que necesitaban.
Disponía de una tarjeta de crédito la cual utilizaba para cualquier necesidad.
A veces, cuando su padre veía que gastaba en exceso, que era la mayoría de veces. Le pedía explicaciones de sus gastos.
Ella explicaba y explicaba, convenciendo siempre a sus padres.
En el fondo, pensaban...¡ bueno al fin y al cabo, hay más que de sobra y para quien va a ser!. Que disfrute.
No se percataban del daño que inconscientemente le estaban haciendo a su hija.

Un día Marcela, observo que aún teniéndolo todo, le faltaba algo, no encontraba sentido a su vida, no sabia que era lo que realmente necesitaba para cubrir ese rincón, esa falta.
En el asiento de la peluquería encontró una revista en la cual se hablaba de la selva Amazónica, sintiendo en ese momento una necesidad acuciante de ir a ese lugar.
Así que como de costumbre, pensado y hecho. Se fue a su agencia de viajes habitual y concreto un viaje a esa zona.
En el plazo de unos días estaría haciendo un fantástico viaje a un sitio que hasta entonces no se le había pasado por la cabeza.
Se puso las vacunas que le exigían, preparo las maletas y en una de las llamadas telefónicas que realizaba a sus padres que estaban fuera por motivos laborales, se lo comunico.
Su madre se molesto, por la precipitación de este, a la vez, que se empezaba a plantear, si su hija llevaba un ritmo de vida conveniente para su persona.
¿Hasta que punto es bueno todo a cambio de nada?

En ese momento su madre se dio cuenta, de que prácticamente no conocían a su hija, que era una joven que solo miraba por ella, que tenía todo, sin ningún tipo de esfuerzo, que no sabía ni tan siquiera la mecánica de las empresas de las cuales eran dueños, que pensaba que todos estaban obligados a darle todo, pues era la hija de... y futura propietaria ...No le importaba pasar encima de nadie con tal de conseguir lo que deseaba y aun no siendo así, el hecho de que otro quisiera hacer algo, era motivo suficiente para hacerlo antes ella y mejor.
Nadie podía ser más que ella. Esto a sus padres les empezaba a preocupar.

Marcela, llegado el día partió hacia el Amazonas. Su trayecto en avión, fue largo pero tranquilo.
Leía un libro en el cual se hablaba de las posibilidades que tenía para hacer en este viaje.

Aunque lo llevaba todo planificado desde la agencia de viajes, pensaba en que hacer fuera de las actividades proyectadas.
Cerro el libro, y pensó que ya vería una vez estuviera allí.

La mayor parte del viaje lo paso durmiendo.
Una vez hubo llegado, partieron hacia el hotel.
Allí el guía se presento a todos los turistas que habían contratado las actividades previstas.
La mayor parte de los días estaba proyectado a conocer el Amazonas mediante una excursión por toda ella. Incluso pasarían unos días con los habitantes de una aldea compartiendo actividades.

El guía les comunico que saldrían por la mañana temprano.
Así que prepararon todo lo que tenían que portar, ropa cómoda y una mochila con lo indispensable.
La excursión iba a ser toda a pie, así que cuanto menos peso llevaran mejor.

Marcela estaba muy ilusionada, pues era el primer viaje que hacia de este estilo.
No sabiendo realmente a lo que se tendría que enfrentar.
Largas caminatas por caminos intransitables, mucha calor y racionamiento de la comida.

Por la mañana mientras esperaban al guía, hablaba con los demás integrantes de la excursión. Algunos ya habían hecho caminatas de este estilo, comentando sus experiencias.

Marcela, mientras los escuchaba, empezó a tener una sensación extraña. No le gustaba lo que estaba escuchando.
Ampollas en los pies doloridos, arañazos y picadas por las plantas e insectos del lugar. Cansancio acusado...
Mientras escuchaba pensaba, ¡Qué exagerados!

Llego el guía y un camión les llevo hasta la entrada del Amazonas.
Cuando Marcela vio que era su medio de trasporte, le cambio la cara.
Un camión viejo y medio oxidado, lleno de tierra y polvo por todos lados.
Viendo que los demás se acomodaron de la mejor manera, aunque a ella no le gustara, intento ponerse en el mejor sitio que encontró.
Fue todo el camino pensando que a lo mejor no había sido una buena idea.

Después de un carretera mal asfaltada, un camino lleno de piedras, por fin llegaron a donde comenzaba su nueva experiencia.
Con su cuerpo magullado por los baches, bajo tambaleándose.
¡Por Dios, si parece que vaya borracha! Se decía.

Se adentraron entre la maleza. Tropezaba con las piedras, no acertaba a eludir las ramas de las plantas del lugar. Sus compañeros la miraban asombrados por su torpeza.

El guía les ofreció un liquido para ahuyentar a los insectos. Todos se lo pusieron sin chistar, pero ella se lo puso de mala gana, pues el olor era un poco desagradable.

Poco a poco el carácter se le fue agriado, pues al ver la dificultad del terreno y sus incomodidades le procuraba malestar. Enfadándose con ella misma.
¡Porque se me habrá ocurrido venir a este lugar!
¡No pregunte lo suficiente!
¡Tendría que haber elegido otro tipo de excursión!
Parte del trayecto iba inmersa en sus pensamientos, no percatándose de lo que ocurría en la delantera.
De golpe se vio inmersa en el caos y el terror.
Los que iban primero corrían hacia donde estaba ella, chillando despavoridos. Dejando-le entrever, una gran serpiente ingiriendo ...
No acertaba a saber que era. Hasta que uno de los turistas que corrían hacia ella, gritaba,
¡El guía, se ha tragado al guía!

En ese momento reacciono con verdadero terror. Se dio media vuelta y corrió detrás de sus compañeros.

Corrieron durante un rato, hasta que uno de los turistas, se paro de golpe.
Parar, no corráis más, nos estamos alejando mucho.
No conocemos la zona.
Observaron que solo uno de los que trasportaban la carga para el trayecto les acompañaba.
Los demás habían corrido hacia otras zonas.

¿Pero que a ocurrido? Pregunto uno de los turistas.
¡Una serpiente enorme a engullido al guía! Salio de la nada. Contesto uno de los que iban en primera fila.
¿Que vamos hacer ahora? Continuo una joven.
Pues no se, ¿que hacemos?
Ninguno acertaba a contestar. Hasta que uno de los excursionistas más mayores, comenzó a hablar.
Tenemos dos opciones, seguir en una dirección y buscar un sitio donde podamos asentar.
O quedarnos aquí, hasta que alguien venga a buscarnos.

¿Buscarnos? Pero si hasta dentro de dos días no esta previsto que volvamos al hotel.
El camión a quedado en venir a buscarnos ese día.
¿Como vamos a encontrar el lugar? Comento Marcela.

Ante la incertidumbre decidieron proseguir caminando haber si con un poco de suerte encontraban la aldea a la que estaban concretado ir.
El transportista, les dijo que no estaba lejos. Pero no acertaba a decir que dirección coger. Estaba totalmente desorientado.

Todo el día siguieron caminando, racionalizando la comida que llevaba cada uno y el transportista en sus paquetes.
No era demasiada, pues iba repartida entre los tres integrantes de tal tarea.
Sudorosos y cansados, a última hora de la tarde decidieron parar a descansar.
Organizando un lugar para pasar la noche.
Tuvieron que acostarse en el suelo, encima de la hierba. Haciendo turnos para vigilar que no se acercara ningún animal mientras dormían.
No pudieron evitar las picadas de las hormigas que vivían en los hormigueros del suelo.
Eran grandes y rojas, irritándose mucho la piel con sus mordeduras. La mayoría no pudieron dormir.

Marcela, estaba muy nerviosa, todo el cuerpo le picaba.
Permaneciendo más tiempo de pie o sentada que acostada.
Hablaban entre ellos para procurar evadir el miedo y que el tiempo se les pasara lo más rápido posible.

Hacia mucha calor, bebiendo todos mucha agua, hasta que se les acabo la última botella que llevaban.
Nadie había caído en la necesidad de racionalizar el agua, ante la escasez de ella.
No pensaron en que les pudiera faltar.
Pronto amaneció.
Cansados de no poder dormir y no saber que hacer, decidieron intentar buscar una salida que les llevara al camino donde tenía que llegar el camión a buscarlos.

La selva era intransitable, no acertaban por donde ir.
Todos estaban cada vez más cansados e irritados ante la situación.
El tiempo fue pasando, y llego la siguiente noche.
Estaban muy nerviosos, pues el agua se había acabado y la comida de la que dispongan era mínima.
La racionalizaban desde que se vieron en la necesidad de ello, ante la falta de agua.
Algunos ya no podían soportar la sed, comenzaban a estar deshidratados.
Uno de ellos vio la necesidad acuciante de buscar maneras para poder hidratarse.

Escarbaban la tierra, en busca de pozas de agua.
La tierra estaba muy húmeda, pero no había agua por ningún lugar.
Observaron que uno de los motivos de esa humedad era el roció que caía durante la noche. Empezando a esperar que este resbalara de las hojas para tomar el agua que caían de ellas.

Partían ramas que desprendían un liquido acuoso para alimentarse y hidratar el cuerpo con ello.

Marcela, al igual que sus compañeros, tenían los pies doloridos, llenos de llagas, las manos llenas de heridas del esfuerzo de escarban en la tierra para buscar tubérculos de los que alimentarse y de partir las ramas para buscar el tan preciado liquido, que les reponía de la necesidad de agua.

Estaban todos muy cansados y nerviosos. Era el día que tenía que venir el camión y no sabían como llegar hasta el.
Les quedaba la esperanza, de que una vez llegara y no les vieran en el camino, comenzaran la búsqueda de todos ellos.

Marcela, comenzó a ver el esfuerzo de la subsistencia y lo fácil y bien que lo había tenido ella hasta el comienzo de la excursión.

Se dio cuenta de lo que significaba buscar lo necesario para vivir y de mantenerse vivo, del sufrimiento propio y ajeno.
Cambiando por completo su forma de ver la vida.
En la experiencia que estaba viviendo, no había lugar a mirar por ella misma, ya que eran necesarios todos para mantener su subsistencia.
Ella no tenía ni idea de lo que hacer en esa situación. Sus compañeros fueron los que idearon las formas de tirar para adelante mientras que no eran encontrados.
Unos se ayudaban a los otros.
Ella era una de las más débiles en un principio por la comodidad que había mantenido hasta entonces. Teniendo que espabilarse para tirar hacia adelante. Era ayudada y ayudaba a los demás en lo que podía, pues se dio cuenta que era la manera de mantenerse vivos en un medio tan hostil.

Un compañero al intentar subir a un árbol para ver si podía visualizar los alrededores, cayó mal herido.
Tuvieron que hacer una camilla a su manera para poder trasportarlo. Chillaba de dolor por las heridas y fracturas originadas.
Marcela se estremecía al escucharlo. Intentaba ayudar en lo que podía. Pero nadie podía hacerlo. Las heridas se le infectaron y el dolor cada vez era más fuerte.

A los cuatro días de buscar una salida, escucharon el sonido de agua cerca.
Los más ágiles y fuertes corrieron hacia ella.
Agua cristalina y fría.
Nunca habían tenido tanta necesidad y sensación de placer al beber agua.

Una vez hubieron saciado su sed. Lavaron las heridas de su compañero. Tenían muy mal aspecto, pero ello le calmo el dolor.
Todos cayeron relajados en el suelo, descansando un buen rato. Consiguieron coger varios peces, de los cuales se alimentaron. Esto les ayudo a recuperar fuerzas y a sentirse mejor de animo.

Decidieron pasar la noche en el lugar. Además observaron que había un claro desde el cual se les podía ver desde el cielo. Por si pasaba algún avión en misión de búsqueda.

Cuando estaba anocheciendo y estaban relajados, alguien que no era de su grupo, se acercaba al río.Una mujer indígena, acompañada de dos hombres.
Llevaban varios recipientes que supusieron que era para llenar de agua.

El transportista se dirigió hacia ellos. Hablando entre ellos se acercaron al resto del grupo. Este les comunico que los indígenas eran habitantes de una aldea cercana, los cuales les habían ofrecido hospedaje.
Aceptaron de muy buena gana.

Caminaron unos diez minutos hasta llegar a la aldea.
Allí había chozas en las que existían pocos utensilios. Más había algo que era lo más parecido a una cama.

Los indígenas amablemente se las ofrecieron, lo mismo que le ofrecieron alimentos para comer, pero de tan cansados que estaban, la gran mayoría aceptaron primero la cama que el alimento.
Estaban rendidos.

Al día siguiente despertaron a media mañana. Habían descansado bien y tranquilos.
Todos despertaron con una sensación diferente al resto de los días.
El turista herido, despertó lleno de ungüentos.

Las heridas habían mejorado notablemente y el dolor había desaparecido notablemente.
La fiebre había bajado y su estado de ánimo, por consiguiente mejorado.
Todos estaban bastante más animados. El encuentro de la aldea, les había dado seguridad.

Uno de los indígenas, se dirigió a la ciudad a buscar a alguien que viniera a buscar a los turistas.

Todos habían perdido mucho peso y estaban muy demacrados. Habían pasado hambre, sed y necesidad de limpieza. Pues se habían encontrado son su deficiencia o falta.
Marcela no estaba acostumbrada a todo ello, valorando en ese momento la vida que había vivido hasta entonces.

Mientras esperaban al nuevo guía, ayudaban todos, en las tareas de la aldea.
Cortaban leña con utensilios verdaderamente poco evolucionados, ayudaban a recolectar los frutos de los que se alimentaban, a portear el agua desde el rió a las chozas.
Incluso ayudaron en el parto de una mujer de la aldea.

Marcela y la mayoría de los turistas, alucinaban ante tal experiencia.Algunos se estremecían del esfuerzo y del dolor de la mujer.
Algunos hombres y mujeres no suponían que traer un hijo al mundo significaba tanto esfuerzo.
La mujer estuvo de parto todo un día. Caminando por la aldea, hasta el momento del alumbramiento con verdaderos dolores.
Cuando llego el momento de dar a luz, la mujer se puso en cuclillas y ayudada por las más ancianas del lugar, tod@s observaron como venia al mundo un nuevo miembro a la aldea.

En ese momento, se escucho un alboroto al fondo de la maleza. Había llegado el nuevo guía.
Ello suponía la vuelta a casa, y la despedida de los integrantes de la aldea que tanto les habían ayudado y enseñado.

Se había creado un vinculo entre ellos. Para Marcela totalmente desconocido.
Había encontrado en la experiencia nuevas sensaciones y sentimientos.
A la vez que valores totalmente ignorados por ella.

En cierta forma todo lo que había encontrado era una prueba que la había ofrecido el destino. Miedos no conocidos, aprecios nuevos, valores valiosos que ni tan siquiera conocía, el valor de las cosas que nunca lo había tenido en cuenta, le supuso descubrir las carencias que muchas personas tenían en necesidades que ella consideraba indispensables, pero ricas en emociones necesarias para las personas, incluso más que los propios alimentos.

Se habían mantenido con vida con una mínima alimentación, pero con una abundancia totalmente enriquecedora de nuevas emociones y actitudes ante las dificultades de las que presenta una vida no fácil.
A la vez que había encontrado multitud de tesoros que solo puede ofrecer el ser humano.

Marcela volvió de su experiencia totalmente cambiada.
Sus padres y amigos, no la conocían, estaban perplejos.
Se preguntaban que es lo que la había hecho cambiar tanto.

Marcela, nunca contó lo sucedido. Siguió manteniendo su amistad con los miembros de la experiencia. A la vez que cuando podía volvía a la aldea, repleta de regalos para todos ellos.
Se volvió una mujer muy responsable, luchadora, trabajadora y solidaria.

A partir de entonces fue una buena amiga y muy buena persona, entendiendo al que tenía a su lado o en su entorno. Ayudando en todo lo que podía, pues sus posibilidades eran absolutas y las hacia ejercer para ayudar a los demás, con respeto y mucho amor. Llenando ese vació que tiempo atrás había encontrado.

LUNA SERENA.

Acuérdate que en el titulo de cada entrada puedes encontrar informaciones interesantes.

Que tengas muy buen día.

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