Cierro los ojos.
Recuerdo el camino lleno de hierba. A los lados diversos campos llenos de cultivos y de grandes arboledas.
Me acompañan seres queridos.
Paseamos a un paso determinado admirando la belleza del lugar.
Los niños corren por el camino parándose en los lugares donde encuentran algo que les fascina, al igual que los mayores lo hacen.
Desde el perro del vecino a una casa de piedra realmente hermosa la cual ha sido reformada con un delicado gusto, el jardín que le acompaña arreglado con un toque exótico, hermoso de verdad, las plantas colocadas de una manera que lleva a armonizar todo el entorno. Belleza que hace que sus dueños, de cada momento que pasen en él sea memorable en tranquilidad.
Seguimos caminando por la pista, encontrando una desviación. Avisamos a los chicos del cambio de dirección. En el lugar permanece el aroma de la vegetación exudando por el calor de todo el día.
El sol afloja su fuerza. Una fresca brisa hace que ese rato sea todavía más agradable.
Charlamos de toda clase de temas sin perder de vista a nuestros niños.
Debiendo llamarles la atención de vez en cuando, pues se embalan con la bicicleta cuesta abajo.
El peque nos solicita ayuda, las piedras del camino no le dejan avanzar.
-Mama ayudamé, es su solicitación.
Cansados de sus constantes reclamos terminamos cogiendo la pequeña bicicleta portando-la por el manillar. El peque va caminando o en brazos de sus progenitores, una vez con mama, y otra vez con papa. No admite nadie más. Todavía esta muy enlazado a ellos.
Se repite la misma secuencia, una y otra vez, pero esta vez con diferentes padres y con diferente pequeño.
Todo se repite, y todos pasamos por ello.
Bajamos por el camino a paso ligero. La pendiente nos lleva a ello.
El sonido del agua hace que los niños corran hacia el lugar. Es un riachuelo que esta semitapado por la vegetación.
Hace una tarde realmente hermosa.
Paramos en el lugar. Los pájaros cantan delicadamente por el frescor del atardecer. Hacemos uso de las chaquetas. La carne de gallina a aflorado en nuestra piel.
-Mirad, nos dicen los chicos.
-Un renacuajo.
-¡Que pequeño es! Dice uno de los menores.
-¿Donde esta? No lo veo, nos increpa el chiquitín.
-Allí observa, lo ves moverse.
-¡Ha! ya lo veo. Comenta todo ilusionado.
Salimos del camino para alcanzar la orilla del rió. Mucha hierba en el prado hace a nuestro caminar saltar pequeñas ranas escondidas en la ella, a la vez, que los saltamontes nos asedian con sus grandes brincos.
-¡Uf! casi me lo como. Dice un sobrino mayor.
Llegamos a la orilla, notamos el frió. El río esta cubierto por grandes árboles que junto con el frescor del agua hace que la temperatura sea más fresca que al descubierto.
Los niños se acercan para mirar entre el agua .
Los mayores nos sentamos a observarlos desde unas piedras que hay muy cerca del lugar.
Hermosa secuencia que admirar en el momento y recordar en este instante.
Instantes llenos de buenas esencias para nuestra vejez.
1 abrazo mis queridos internautas, que descanséis y que tengáis un buen domingo.
Disfrutarlo. maricmasi.
LUNA SERENA.
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Comentarios
Siento no haber podido estar muy pendiente de tu blog durante estos dias por los exámenes.
Creo que no te lo había comentado antes pero me encanta el pop-rock, el chillout y el trance.
Tengo gustos muy abiertos.
El chillout en concreto me deja extasiado, el harmonia de dicho estilo musical está tan bien conseguida que realmente es capaz de hacerte soñar por un momento.
Saludos
Cebri