Durante los dos últimos meses hemos asistido a muertes masivas de animales por todo el planeta y a fenómenos naturales más que extraños a los que, gracias a nuestra arrogancia e ignorancia congénitas, apenas estamos prestando atención. Lejos de saber las causas, estamos bastante perdidos y preferimos jugar a que no pasa nada. Pero puede que esta no sea una buena solución. Mientras los que saben investigan el asunto, los humanos seguimos pensando que somos el elemento culmen de la Creación y que, como elemento central de la misma, todos los demás seres y recursos naturales están a disposición de nuestra evolución.
Sin embargo, es posible que esto no sea cierto. Es algo fácil de intuir si uno se escucha a sì mismo, pero la ciencia ha tardado un poco más en darse cuenta de ello. Ahora, por ejemplo, los biólogos llevan unos años hablando de la inteligencia de las plantas, el primer y más básico eslabón de la cadena viviente. Esos seres que parecían cumplir con las funciones más elementales de la vida están resultando ser más complejos y espabilados de lo que jamás hayamos podido imaginar.
De esta forma, decenas de experimentos han acabado por concluir que el mundo vegetal también se rige por las leyes de la supervivencia y que sus experiencias para contrarrestar agresiones se transmiten genéticamente a las generaciones posteriores. Más allá, dichas experiencias son comunicadas a las plantas vecinas de aquella que ha sido agredida.
Un ejemplo radical del comportamiento defensivo de las plantas es el experimento que tuvo lugar en Botswana por la misma época, donde se provocó una concentración masiva de antílopes, los cuales comenzaron a devorar las hojas de acacia de manera superior a lo normal. Las plantas se defendieron generando sustancias tóxicas que provocaron la muerte de diez mil antílopes en cuestión de meses.
Estos sistemas de defensa y de comunicación de las plantas tienen su base en los denominados compuestos orgánicos volátiles, que son moléculas liberadas al ambiente como respuesta a diferentes estímulos.
Por el contrario, muchos insectos son peligrosos para la supervivencia del vegetal, el cual se defiende entonces mediante compuestos volátiles que actúan como repelentes o incluso tóxicos, como ocurre con la albahaca, la cual segrega una sustancia que inhibe el desarrollo hormonal de los insectos agresores y evita que éstos crezcan y se reproduzcan.
Cuando los terpenos no son una medida lo suficientemente disuasoria, las plantas son capaces de reclutar hordas de insectos carnívoros que acaben con sus atacantes. Como ha estudiado el profesor Josep Peñuelas, de la Unidad de Ecofisiología Global CREAF-CSIC de Barcelona, los manzanos afectados por una plaga de araña roja segregan unos compuestos volátiles que atraen a una especie de ácaros que acaban con la epidemia. Otro ejemplo es el del maiz, cuyas hojas liberan un tipo de terpeno que provoca la llegada de avispas para acabar con la oruga que ataca a la planta.
Pero las moléculas liberadas no sólo captan la atención de los insectos, sino que sirven de alarma a las plantas vecinas, las cuales reaccionan segregando las mismas sustancias defensivas a modo de efecto preventivo, “por si las moscas”.
Así, según el botánico Stefano Mancuso, si se define la inteligencia como la capacidad para resolver problemas, entre las plantas y los animales no hay una diferencia cualitativa sino meramente cuantitativa: lo único que cambia es la cantidad. Si hablamos de inteligencia, la cantidad de inteligencia es baja en las plantas, pero sí que existe.
Hay quienes han llegado a sugerir que las plantas han evolucionado en formas tan hermosas y colores atractivos que han provocado que no sólo los animales más elementales estén a su servicio, sino que el propio ser humano actúa como herramienta al servicio del mundo vegetal, pues con su cultivo y cuidado contribuimos a su supervivencia. ¿Quién será entonces el centro de la Creación?
El ápice de la raíz tienen una protuberancia llamada zona de transición, formada por un centenar de células, y que los científicos están comenzando a asociar con un “sistema neuronal” en cuanto a su forma de operar, puesto que recoje información del entorno. Si se somete a una planta a ambientes hostiles, ésta será capaz de reaccionar y modificar su metabolismo para adaptarse a las nuevas circunstancias, algo imposible en el mundo animal.
Finalmente, si hablamos de velocidad, de tipo de movimiento, también existe en las plantas, aunque a una escala distinta.Las plantas están en contínuo movimiento buscando la luz del sol y las sustancias minerales de la tierra. Esto ha inspirado a algunos científicos que trabajan actualmente en experimentos donde se busca crear híbridos de plantas y máquinas, donde éstas son movidas por el comportamiento inteligente de la planta en busca de su alimento y energía.
– Fuente: Revista Redes para la ciencia, número 11, “El lenguaje secreto de las plantas”.
Redes (TVE), “Las raíces de la inteligencia de las plantas”, 16/01/2011:
+ información: http://www.amanecer2012.com/ciencia/la-inteligencia-de-las-plantas/
http://www.unavidalucida.com.ar/2010/12/la-comunicacion-entre-las-plantas.html
Prepararos para tener un buen fin de semana, relajaros, integraros con el medio Natural, el nos ayuda. Disfrutarlo.
Un abrazo.
LUNA SERENA.
Comentarios
Muchas gracias por este gran reserva, lo coloco en mi estantería.
Un abrazo.