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ESPEJISMO INJUSTO. Narración corta, un regalo para Vosotros, del libro "Cuentos con Mensaje" de Montse Cobas. Trabajadora de La Luz, y Sanadora energética.


 


Hoy os transcribo un relato corto perteneciente a mi primer libro, "Cuentos con mensaje"
Derechos reservados.

Un regalo para Vosotros de un libro dirigido por la Luz, pre-meditador al cambio.

ESPEJISMO INJUSTO.

En un lejano país de Oriente Medio, vivía un muchacho que trabajaba como director de una multinacional. Era jovial, responsable y trabajador, con grandes conocimientos de la vida. Muchos de sus compañeros y amigos se quedaban asombrados a la hora de oírle hablar y de pedirle consejo tras sus respuestas.
Muy pocos sabían de su vida, por no decir prácticamente nadie, ya que de sus experiencias había aprendido, recibiendo duros golpes en su adolescencia y primera juventud.
Por lo tanto a pesar de los pocos años que aún tenía, sabía muy bien lo que tenía que hacer y cómo debía reaccionar.
Lo suyo le costó, pues tuvo épocas de todo, más malas que buenas, pero ahora había logrado estabilizarse y hallar un puesto en la sociedad, sabiendo muy bien cómo actuar en cada situación.
Pocas personas lograban engañarle, actuando con justicia y benevolencia en el momento y si era necesario no se lo pensaba dos veces, hacia manejo de la ley para hallar el respeto a las normas y al buen hacer, no admitiendo engaños e injusticias. Teniendo la fuerza para ello.
Un día caminando por un parque tuvo una sensación nunca tenida. Se encontró muy sereno y sin saber cómo se encontró pensando en el pasado.
A su mente asomaron recuerdos. ..
El comienzo de una situación que le llevo a ver lo que eran las personas y el lado injusto de la vida.
Sus padres habían muerto en un accidente de autobús. Quedando huérfano en la adolescencia siendo ellos su única familia. Trabajo en el huerto de sus padres y en el de los demás vecinos para poder subsistir a la vez que estudiaba.
Su gran ilusión era tener un buen trabajo en una gran ciudad. Para ello dormía poco pues dedicaba la noche para estudiar el temario del día.
A raíz de la muerte de sus padres, los chicos del lugar se empezaron a burlar de él por el hecho de que trabajaba en el campo, sus manos duras, con callos, a la vez que negruzcas por el contacto con la tierra, eran miradas con desprecio.
Los que consideraba buenos amigos hasta entonces, empezaron a alejarse de él, poniendo siempre excusas de que no tenían tiempo para quedar.
Un día se encontraron en el bar del lugar, juntándose para tomar un refresco, fue él, Ricardo, el que se acerco, ya que sus amigos se hicieron los despistados.
Ricardo no se calló y lo primero que les dijo fue...
"Bueno parece que no os apetece estar conmigo. Entro por la puerta y como si hubiera entrado un fantasma, no soy invisible"
Sus compañeros le contestaron que eran cosas suyas, que en realidad no le habían visto llegar.
Ricardo callo.
En ese mismo momento por la puerta del local entraron un grupo de chicos, no eran del pueblo. Se acercaron directamente al grupo de Ricardo comenzando a meterse con él. Le increparon con palabras burdas. Le empujaron hasta que al final tropezó, cayendo al suelo. No contentos con esto prosiguieron con patadas. El se defendía como podía protegiendo la cabeza con los brazos.
Sus compañeros se quedaron impasibles. No hicieron absolutamente nada.
Ricardo despertó en medio del bar. El dueño de esté le llamaba, agitando su brazo. Tenía que cerrar el local.
Dolorido, se levanto como pudo.
Estaba aturdido no entendía nada, ¿donde estaban sus amigos?, ¿cuánto tiempo debió estar tirado en el suelo? Preguntas que asomaban a su cabeza una detrás de otra.
Llegó a casa con tan solo ganas de echarse en la cama. Sobreviniendo-le antes de ello un vomito de sangre.
Se asusto en un principio, pero el hecho de echarlo le supuso estar mucho mejor.
Cuando se echo encima de la cama no pudo evitar un grito de dolor, todo le dolía. Estuvo unos cuantos días sin ir a trabajar, ni al instituto.
Cuando se encontró mejor volvió al trabajo, aún lleno de moratones y mucho más delgado, pues había dejado de comer. No tenía ganas de prepararse la comida ni apetito para comer.
Sus jefes le recriminaron su falta en el trabajo. Alegando que las tierras había que cuidarlas cada día y no cuando a él le apeteciera. A Ricardo esta reacción le sorprendió muchísimo. Sintiendo un gran desengaño. Los días que falto no le fueron remunerados. Teniendo ese mes menos ingresos.
Fueron pasando los días y todo volvió a la normalidad. Solo que Ricardo, se encontraba abrumado. Dañado por ver como había cambiado su situación en todos los aspectos después de la muerte de sus padres.
En ese momento, con su estado anímico por los suelos, comenzó a llora. No pudo evitar reconocer, ni entender, como podía ser que las personas pudiesen cambiar tanto. Él hasta el altercado había seguido siendo el mismo, con más obligaciones, con más tristeza por la falta de sus padres, pero continuaba necesitando de los demás, de su compañía, cariño y comprensión. Es más, ahora necesitaba mucho más de todo ello, viendo que la reacción era totalmente contraria a su necesidad.
No lograba entender nada.
Se fue metiendo cada vez más en sí mismo. Por más que lo intentaba no entendía la situación en la que estaba inmerso.
Un día en el que había cobrado su trabajo de toda la semana ya entrando en su casa, algo le golpeo. Cuando se despertó se encontró sin parte de su ropa, sin el dinero y su casa destrozada, puertas, muebles, utensilios....
Prácticamente todo.
Al observar el panorama, medio aturdido, se dio cuenta de que le habían robado.
No salía de su asombro, ¿Pero qué pasaba?
Iba viviendo al día con lo que ganaba de su trabajo.
Pero esa semana ante la falta de la se-manada, tuvo que sacar del baúl que sus padres le habían dejado, parte del dinero para pagar los impuestos de la vivienda y realizar la compra de las semillas para la nueva cosecha, a la vez que para comprar algunos utensilios que necesitaba.
Al ver que se disparaba el gasto por el arreglo de todo lo estropeado, determino no arreglar las puertas de su casa. Busco tiempo y el mismo hizo la puerta de la entrada que era la que verdaderamente urgía.
Un día de camino al instituto se encontró con dos de sus amigos. Desconcertado les saludo, Sin ganas la verdad, pues estaba muy dolido con ellos. Se habían apartado de él totalmente y después de lo del bar ya fue demasiado.
¿Vaya dichosos los ojos? le dijo uno de ellos.
Si contesto Ricardo aún me quedan dos, después de la paliza que me dieron, aún tengo que dar gracias.
¡Vaya, pero si aquello no fue nada! Además no le hubieras mirado de la forma que lo hiciste. Contesto el segundo.
Ricardo al oír lo que le estaban diciendo sus amigos, se enfado mucho e intentando controlarse les contesto:
¡Yo no les mire de ninguna manera, es más ni tan siquiera me percate de su entrada!
Bueno eso es lo que dices tú. Le contesto uno de ellos.
Bueno es lo que es, respondió Ricardo.
Mirad tengo un poco de prisa, voy a perder las clases y no me interesa.
"A ver si vas a perder de ser abogado por perderte un rato de clases. Vaya amigo que ni tan siquiera se preocupa de sus compañeros de toda la vida, ni tan siquiera quiere hablar con nosotros”. Le contesto uno de ellos.
Ricardo al escucharlos no se cayó…
Bueno, no sé qué deciros y no sé quien debería de preocuparse por quien, en vista de la reacción vuestra en el bar, es más antes me veníais a buscar para charlar y desde hace muchísimo tiempo eso ya es inexistente. Os habéis apartado totalmente y me gustaría saber el motivo.
Claro estas todo el tiempo ocupado trabajando y estudiando haber si te piensas que vas a llegar a ser ministro, es más con todo el dinero que tienes, para que tanto trabajar. Contesto el otro muchacho.
Esa contestación exacerbo aún más a Ricardo. Tenía que trabajar, pues el dinero que había quedado de sus padres eran unos pequeños ahorros, que de no ser de su trabajo, no le hubieran aguantado ni cuatro años y su casa claro, pero en algún lugar tenía que vivir.
Ni tan siquiera se digno a contestarles, no les siguió el juego y ya con lo oído tenía más que suficiente.
Les dijo adiós, y se marcho.
Así fue pasando el tiempo hasta que decidió terminar la carrera en la ciudad. Los últimos años de está no se podían seguir en los pueblos colindantes.
Tuvo que vender la casa. Lo hizo pronto y a buen precio a un profesor de la universidad donde cursaba los estudios.
Con el dinero que gano, compro un pequeño piso en la ciudad. Con ayuda de los profesores de la universidad le ofrecieron un puesto en una gran multinacional para empezar a hacer prácticas, le pagaban una mensualidad baja, pero de momento se conformo. Por lo menos para comer tenía aunque lo demás lo fuera cubriendo con sus ahorros.
Poco a poco fue logrando un gran reconocimiento en la empresa por su trabajo y sus conocimientos. Era muy buen estudiante y eso se veía en sus resultados. Logrando en un periodo más o menos corto el puesto que ahora ocupaba.
Después de recordar sucesos de su pasado, volvió al presente con una gran sonrisa en la cara.
Estaba lleno de satisfacción. El pasado ya paso y ello le repercutió a saber lo que sabía en ese momento. Motivan-dolé a querer ser mejor persona. Sabiendo perfectamente, lo que quería en su vida y como.
Hizo buenos amigos, pero con la experiencia aprendió a darse realmente a quien le dio pruebas de que se lo merecía. No dejándose avasallar por nada ni por nadie, llegando a utilizar la ley si era necesario. Procurando ser siempre justo con todo y con todos.

Por Montse Cobas. 


18 euros.

Lugares dónde lo podéis comprar, os lo digo en un enlace en el lado derecho del blog,
además de directamente con la autora.


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