Y cerraras los ojos, y verás,
en sus brazos, que el tiempo pasado, qué melancolía...
Y los abrirás, y la miraras, y le cantaras en silencio,
mientras ella esté,
es su silencio, es su respeto, lo que te atrae,
ves, qué no es igual,
y la miras, y callas,
sin embargo cuánto la extrañas,
es Tu amada, la determinada,
no lo sabes, hasta que un día aciertas a hacerlo, lo ves,
y te preguntas, ¿quizás es, ya, tarde?
y el tiempo pasa, y el espacio vuela, y tu te avanzas,
mientras tanto, ella tambien, por caminos diferentes,
pero, divergentes,
y pasa, pasa, y se avanza, siempre se hace,
y coge ventaja, o la coges Tú, para que al final, ambos os encontréis,
y en un abrazo inmenso, podáis ver, en un instante,
el acumulo de lo guardado, de lo que es vuestro,
lleno, vuestro, vuestro amor,
y mientras tanto, se hace tiempo, se hace espacio, quedando atrás, sin conocimiento.
Perdido, y ya nunca hallado.
Es, lo que tiene, el miramiento, el deseo,
sin realización, sin entendimiento, dejándose llevar por lo que no os pertenece,
sino hecho por otros, disipan, alejan, pero al final, más cercano,
más visto, más reafirmado, más fuerza, y entonces,
dejaros ver, porque se verán, Y Dios, entonces, intercederá,
ellos mismos, habrán obrado, caminos, que abren, y otros que cierran, compuertas.
Reproche, y verdadero arrepentimiento.
Mientras tanto, sera, lo que tenga que ser, escrito en el tiempo, y por... tiempo.
Dejado, atrás.
Por Montse Cobas.
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