Cuándo analizamos la dependencia a la cuál todos estamos expuestos en mayor o menor medida, ya sea a instituciones, gobiernos, medicamentos, personas, formas de vida, actitudes, caracteres propio o ajenos..., nos damos cuenta hasta que punto somos dominados por el entorno y por nosotros mismos, llevándonos a nuestras circunstancias, causas y efecto.
No voy a a ir más allá, simplemente lo dejo para el auto análisis, complejo, subyacente e idóneo para poder llegar a entender que todo, todo lo que nos sucede es promovido por nosotros mismos y el entorno en el cuál nos movemos, porqué hacemos o no hacemos, porqué hablamos, o no, por cada movimiento intrínseco o visible que realicemos, todo lleva a otra esencia, energía que determina, junto al otro a una reacción, promovida por una causa ya sea mental o física.
Y cuándo lo observo a nivel profundo, muy profundo, esencial, es increíble, el gran movimiento, entre muchos que se ejerce, y entonces, siempre hay alguna forma que prevalece.
Y siempre es fuerza, pero hasta que punto la fuerza en determinados casos, momentos, historias...
Observando que otra forma de fuerza sutil, es la constancia, la voluntad fluida que va derribando todos los posibles obstáculos, ya sea hasta donde queremos llegar, o muchas veces, hasta dónde debemos, porque no siempre es lo que nos gustaría, sino el logro o lugar que nos pertenece por justicia , por diversos factores, que al final, en la recta final, podremos observar, probablemente sólo cuándo hayamos llegado a la meta.
La dependencia nunca es buena, pero es inevitable no depender de algo o alguien, pues en la existencia misma, ya estamos dependiendo de Ella, proclive de toda vida, y siempre por causa-efecto.
El ideal, dependencias las justas y necesarias, por derecho.
Analizando.
Montse Cobas.
Comentarios