Y, entre las miradas externas,
esas, que se fijan, sin ver.
Miradas transitorias, que ejercen,
que mueven, sin darse cuenta.
Esas miradas observantes en muchas ocasiones,
sin satisfacciΓ³n, o, satisfechas.
Son miradas que demuestran el sentimiento,
ese, que ejerce desde dentro,
y sin querer se extensa.
Yo,
en las maΓ±anas, en las tardes, y tambiΓ©n en las noches,
sucumbo al miramiento interno,
desde el corazΓ³n y la obra Madre,
hacer en la medida de todas las posibilidades, bien y mejor,
no es fΓ‘cil, parece superfluo, pero no lo es.
Aunque observe las miradas distantes, las perciba,
antes de verlas, soy la que soy, con mis circunstancias,
y vivencias que muy pocos saben, escueto,
sΓ³lo, lo pasado, la experiencia la vive uno,
por mucho que se cuente, no da pie al entendimiento,
no sienten, y aΓΊn sintiendo se deja mucho sin tener en cuenta,
percepciones extrasensoriales expuestas, que pocos acontecen,
y por eso incΓ³gnita e ignorancia.
SΓ³lo uno, puede y sabe dentro de su posible control,
vivencias, miradas externas, que sin querer reflejan esencias,
energΓas expuestas, que queramos o no, nos tocan,
y de ahΓ, saberlo, para mitigarlas, no dejar que nos remarquen,
sentimientos no propios que influyen en nuestros propΓ³sitos y nuestras vidas.
Existencia, mΓ‘s allΓ‘, de nosotros.
QuΓ© debe desaparecer, dejarla expuesta, para asΓ lograrlo,
siguiendo ciclos, verdades y algoritmos lΓ³gicos.
Limpieza de vida.
En la vida, en la existencia, ya que no tan solo lo que se ve existe.
TambiΓ©n, lo que no se ve, estΓ‘.
Vislumbrando la verdad, la realidad.
Una realidad invisible.
Interiorizar para ver.
Por Montse Cobas.
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