A veces.
Nos miramos al espejo, y qué vemos...
La juventud en nuestro rostro,
nuestra supuesta belleza,
la edad que nos va dejando huella,
marcada en nuestra piel,
el cansancio,
la virtud de lo qué somos.
Nuestras experiencias vividas,
unas más que otras.
Pocos pueden observar la calidad de nuestro esfuerzo,
nuestras emociones padecidas y superadas,
queriendo hacerlo.
Otras no.
La represión de nuestros sentimientos,
esforzándonos a manejar los,
sin dejar que nos lleven por un camino no conveniente.
Sí, no es fácil.
El día a día vivido sin dejarnos vencer, por tanto.
Hay qué tener un buen temple, un corazón sensible,
para diagnosticar los sucesos, las vivencias,
la fuerza, qué uno ha de mantener para seguir adelante,
todos estamos ahí,
pocos lo sienten así.
Sin embargo, es así.
Por eso, minutos, momentos de estabilidad se han de buscar.
De armonía, de paz, en Uno, donando así, a los demás.
Mejorando lo todo, pues en el todo estamos y así nos influencia.
Siempre desde el Amor, porqué es desde el Amor dónde se consigue y encuentra.
Pero, en algunos casos ha de resurgir, ha de fluir, se ha de dejar salir, sin miedos ha ser dañados,
pues, aunque lo hagan, será una experiencia mutua, la calidad... cada uno la medirá, desde muy dentro suyo.
Y seguiremos sirviendo, trabajando-nos en ello, superar, vivir, amar.
Montse Cobas.
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