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El tiempo es el único que nos denota de experiencia, enseñanza y el qué nos deja ver lo que en un principio no vemos o no entendemos, en la concordia, la paz, serenidad del alma, lo observamos, aún en la incomprensión, el dolor qué podamos sentir ante el suceso o sucesos qué desconocemos.
En la curación de traumas, de experiencias dolientes siempre hay mucho dolor, la valentía, de sentirlo y trabajar para mitigarlo, disolverlo, subsanando todo lo originado en nuestro cuerpo hasta el punto de volver a recomponerlo, disipando lo que todo ese primer dolor de la vivencia traumática origino, es subyacente, hay qué encontrarlo, extirparlo, recomponer la zona y recolocarla, no es un trabajo fácil, es muy arduo, sobre todo cuándo en toda nuestra existencia han habido patrones y experiencias nocivas, muchas, dañándonos porque nuestra esencia no era propia de todo lo qué nos acontecía, querer y para poder poco a poco hacerlo es primordial saber, poniéndonos manos a la obra, conociendo que no será ni fácil ni rápido, sino todo lo contrario, muy largo, en el proceso habrá mucho que desconocemos y qué no sabemos en cuanto a síntomas o señales dolorosas, pero cada uno de ellas es un dolor infringido hacia nosotros qué no supimos canalizar en su momento o transmutar quedando dentro, en forma de bloqueos importantes, creciendo en nosotros cada emoción no circulante generando obstrucción y pesadez. Su localización o alojo mayoritariamente se hace en el vientre y la espalda, incidiendo al resto, porque en todo nuestro cuerpo hay infinidad de puntos sumamente conectados con otras zonas de éste, cuándo subsanas una, te das cuenta, que tiene relación con otra zona o punto lejano que pareciere no tener nada qué ver por eso mismo, sin embargo sí, una vez localizada y sanada o desbloqueada, vemos que se restructura toda la zona para recolocarse y así sucesivamente. Y en cada conjunto de sanaciones logradas normalmente hay dolor o cómo mínimo sí era fuerte, molestia qué puede durar desde horas a días, depende.
Yo misma, pase por experiencias fuertes en mi vida, y llevo desde qué salí de ellas, en un proceso de curación mantenido por mi, porque quiero sanar, superar, y en los últimos años lo viví, duramente, por eso mismo, en su proceso ha habido dolor no compartido, descubrimientos en mi vida nada agradables, he aprendido mucho, y seguiré aprendiendo mientras viva, pues en el proceso de la vida así funciona, hay que querer, aprendiendo, pero la mayor enseñanza, no la da los libros, muchos de ellos manipulados a conveniencia, sino en la vivencia, es la experiencia en sí la qué nos muestra todo conocimiento que no buscamos, sino que en el camino de la vida, al avanzar querer hacerlo, querer superar nos vamos encontrando lo que indirectamente o directamente andamos buscando. La Mayor Enseñanza.
Por Montse Cobas.
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