Cada mañana al despertar, me aúno a mis fuerzas,
y sentimiento.
Observo sensitivamente mi entorno,
silencios qué mencionan, esencias qué corroboran,
todo está en silencio, un silencio interno, en el cuál,
existe mucho,
los sentimientos de los seres que lo habitamos,
las emociones,
los pensamientos, esos,
qué a veces sin querer, surgen,
al final, todos estamos en las manos de Dios,
ese Dios benevolente, dónde todos habitamos,
Un universo de posibilidades,
Un universo de hechos,
esa esencia intrínseca tenue, pacifica,
nos acuna,
nos dice, tranquilos, todo esta bien,
tú desde ese sentir manejas,
y es, el qué corroboras o no.
Nadie está sólo, todos vivimos ahí,
y todos sentimos desde nuestra escala emocional,
el acuno, disuelve, sólo sí el manejo emocional es tenue o medio,
sí es superior, entonces,
puede ser abrupto, pues esté acapara todo nuestro ser y parte del entorno,
en el momento qué eres conocedor, ser paciente es la obra,
la tranquilidad inmersa nos abastece ayudándonos a sobrellevar,
lo qué en un principio se nos hace fuerte, sin embargo,
esa misma fortaleza junto el acuno, se hace intrínseco, leve, agradable,
y ya pasa, ya pasó.
Todo pasa en su momento, cuándo ha de ser,
por conocimiento y obra, saber qué estamos aquí, y dónde.
Es lo qué nos hace resistir y pasar a otro estadio.
A otra fase.
Todos estamos viviendo lo mismo, conscientes o no.
Podemos vivirlo de diferentes formas, pero ahí estamos, sin soledad y misericordia.
La qué nos ofrece, y da.
Por Montse Cobas.
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