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Cuándo alguien llega a nuestra vida y en nuestro respeto y amor hacia el prójimo, lo arropamos, le damos nuestra confianza, no siendo por ambas partes por igual, qué con el tiempo se puede descubrir o no, no es culpa nuestra (sí por culpa queremos denominar), por nuestra característica esencial de amar y de confiar, sino la alta responsabilidad del qué no es de forma pareja a nosotros en actitudes y correspondencia, ya qué es premeditado, estudiado y muchas veces, organizado, encontrando en ese mismo tiempo, lo qué será prioritariamente y conociendo la realidad o la verdad en nosotros.
Es una carga aparte, aún nos pueda marcar, todo se sabe y se hace desde uno mismo, desde nuestro interior, qué dice, estuvo bien o no lo estuvo, y con eso se vive. Aún el sentimiento al descubrir la verdad, una parte de ella, seamos uno o el otro, el qué da o el qué no da correspondientemente.
Pero, de ello se aprende, y no sólo una enseñanza, es una transmutación, a través de ese mismo tiempo, bendiciendo, para su mejor opción, y la nuestra, pues todo depende de nosotros, si queremos avanzar, transmutar, sanar o no.
Son mundos diferentes, mundos aparte, en, y desde los cuales conocemos y reconocemos.
Dios nos bendiga.
Te quiero, te amo, perdóname, lo siento, palabras con energía existencial, qué requiere comprensión y amor.
Dando, priorizando la transmutación, de todo daño, de toda falta de entendimiento, de todo rencor.
Namasté.
Aún así muchos seguiremos confiando y amando, igual ya no tan ingenuamente, aunque sí desde muy interiormente, con prudencia, con experiencia, con entendimiento, más entendimiento, más bondad, y , más, perdón.
Hoy.
Una vivencia.
Algo qué surge muy interiormente.
Son tiempos de ello, de sanación y de reconocimiento mutuo.
Transmutación y darnos cuenta qué aunque parezca qué no nos afecta o nos afecto poco, sí lo hace, entendiendo lo existente de fondo.
En nuestro Corazón.
Bendiciones.
Bendición.
Alma Azul.
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