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Hoy voy a tocar un tema un poco ambiguo, el cuál muchos ni quieren tocar, ni entienden, ni quieren saber.
Es el del maltrato psicológico o físico, cualquiera de ellos, qué existen muchas formas o actitudes qué lo puedan determinar.
El no querer saber...quizás sea porque una gran mayoría en algún momento de su vida pueda de una forma o otra ser un maltratador en mayor o menor escala o no, refiriéndome en su forma masculina o femenina, sin excepción.
No voy a tocar al qué de una forma o otra ejerce o ha ejercido como tal.
Sino del qué es o ha sido victima.
No sé cómo comenzar, voy a intentar ser breve, y hacer ver lo necesario para dar una apertura a la consciencia, de la necesidad del cambio del qué lo sufre primordialmente, alejándose de la situación o persona en cuánto esto se de y se logré la fuerza necesaria.
Aquí existe un punto en común y es qué tanto el maltratador como la persona que padece las consecuencias de éstos vienen determinados a serlo por enseñanzas y experiencia vividas desde muy pequeños, desde su nacimiento, incluso.
Por eso es tan difícil de erradicar las formas, pensamientos, emociones qué se dan en cada uno de ellos, determinándolos a ser.
Las personas que sufren maltrato, normalmente son proclives a seguir sufriéndolo durante un tiempo mayor o menor de su vida, en reiteradas ocasiones o relaciones, hasta que aprenden a ver, a descifrar lo que ocurre desde el primer momento qué se entabla un contacto con alguien, o en el menor periodo de tiempo, atendiendo a la primera señal de aviso a través de palabras, actos, pensamientos de ésta. Actuando en consecuencia mediante la toma de decisiones. Empoderándose en lo adecuado y justo para sí y para el otro. Haciéndose de valer mediante estas.
Suelen ser personas confiadas, amables, que piensan que todo el mundo es bueno o qué según qué situaciones están exentas de pasarlas, de ahí su plena confianza. Lo contrario al maltratador.
Las primeras, consideradas victimas, deben aprender a decir no desde el primer momento que se ven actitudes hacia de ellos, no correctas, o faltas de respeto hacia su vida o persona, llegando a poner fin a la relación sino se tiene en cuenta su petición, e incluso a la primera de cambio que se vean actitudes irrespetuosas. La mejor forma es la última pudiendo evitar otras más graves, entrando en un circulo vicioso.
Tienen que ganar autoestima, toda persona tiene un gran valor, sobre todo las qué obran desde el corazón sin perjudicar o al menos lo intentan, ser fuertes, cómo ya mencione anteriormente aprender a decir no, desde el primer momento, empoderarse, poner freno o alejarse de lo qué no es correcto para ellos ni su bienestar.
Simplificando, las victimas de un maltratador, suelen ser personas con un pasado tóxico, en el cuál han vivido maltrato o se les ha dado enseñanzas muy arraigadas desde su crianza, incluso mediante la fuerza, obligándoles a ser sumisos, debiendo aprender a dejar de serlo dejando claro lo que quieren y lo que no, aprender ha hacerse de valer, desde un primer momento, o cuándo sean conscientes de lo qué les esta pasando. Alejándose o rompiendo la relación en cuánto se pueda, no hay pie para una imposición o un daño inquisitivo en la persona o mente de nadie. El mayor aviso lo ejercerá el Ser individual e intrínseco de cada uno, sintiéndose mal ante ciertas circunstancias o personas, el cuál se debe atender y obrar en consecuencia.
Es un proceso duro e innovador, cada experiencia es un desafío tanto para la victima cómo para el maltratador, un aprendizaje, mayor o menor, qué requiere de mucha fuerza y constancia, para saber quién esta ejerciendo un daño en la persona, salir de ello fortalecido, abriéndose a nuevos caminos o experiencias sanas, afortunadas y convenientes para la evolución de toda persona.
Sabiendo distinguir, desde el primer instante, evitándolo.
Pero, es un proceso sumamente complejo y difícil, pues cómo ya dije viene arraigado desde el principio de vida de la persona, en una gran mayoría de casos, teniendo primero qué ser conscientes de lo qué se esta dando o ocurriendo en sus vidas, viendo una parte de responsabilidad por parte de ellas, obrando el cambio necesario y salir en consecuencia de esas circunstancias o sucesos qué están viviendo.
Es duro, por eso mismo, pues requiere además de la auto consciencia, constancia, y un soltar de actitudes, miedos, y enseñanzas muy arraigas, incorrectas, qué los han predispuesto, no siempre pero sí en un tanto por ciento de casos elevado, a tener las experiencias o relaciones no gratas en su vida.
Volviendo a tener qué aprender lo correcto e idóneo, para dirigir por sí mismos su vida, desde una vertiente positiva y adecuada.
Es un duro trance, no es fácil, pues en dicho proceso, requiere de una constante sanación, en todos los sentidos, qué puede durar toda una vida.
Todos en cierta manera hemos sido victimas, e incluso, en muchos casos maltratadores a gran o ínfima escala, y todos si verdaderamente queremos sanar, ser mejores para con uno mismo y para la sociedad que formamos, debemos realizar un gran trabajo interior e espiritual, muy intrínseco, pero ser conscientes de ello, es un primer y gran paso.
Y esto es lo qué quiero dejar ver en esta reflexión.
Por Alma Azul.
Buenos días, seamos conscientes.
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