Darnos cuenta de la realidad, o de muchas, no es fácil, puede llegar a ser un momento dado obstructivo, detonante incluso, viendo qué hay poco qué hacer, pero siempre se puede hacer algo al respecto, empezando por nosotros mismos, soltando esa alteración interna qué nos desestabiliza, y es qué ese es el fin, llevarnos a ese punto sin darnos cuenta, nunca lo hacemos hasta qué lo descubrimos y ahora es tiempo de hacerlo, vemos cada vez más claro mucho, de lo qué existe en nuestra vida, en nuestra sociedad, en el mundo, qué nos estrujan cómo esponjas, hasta por trabajar pagamos, de todo posible beneficio económico también, a no ser qué sea tan mínimo qué no se haga, pero es igual por todos lados ha no ser qué no tengas absolutamente nada, y en ese momento qué vemos una situación detrás de otra, viéndonos, balanceándonos en esa posible desestabilidad hasta qué generas dentro para soltar, y volver a pensar, estabilizarse, qué hacer en esta vida, y en la existencia esa qué nos lleva según lo qué hacemos aquí y lo accionado desde nuestro interior, lo importante.
Y en esa etapa estamos todos, pero no por eso daño o lo pago con otro, una gran parte sí sin saberlo, es la incongruencia hecha añicos.
Qué nos supera... para superar, todo depende de nosotros, siendo todo muy incierto, sólo una situación no lo es, la energía plasmática qué nos impregna por ratos por tiempos, y la contraria - oscura - que acciona y gestiona para captar vidas, seres, incluso adeptos, inconscientes una parte, dejándose ir sin saber absolutamente nada.
Y éste es otro punto.
Impregnados sin conocer tal situación intentando captar a otros con sus anomalías, con sus sentimientos negativos no transmutados qué generan energía de igual forma, con actos, y ese es el desconcierto, la deriva...
Lo incierto.
Darnos cuenta de lo qué sucede. Y los qué no, en sus manos, conscientes o inconscientemente.
Momento de deriva.
Energías sumamente fuertes, qué nos zarandean. Removiendo, despertando, para los qué lo hacen, muchos lo harán porqué emergerá la energía pura de su corazón, de la integridad, tras un duro sentir, transmutando, pero otros, tan absortos, tan cogidos qué ni saben.
La despedida del ser irracional, intrínseco.
Por Montse Cobas.
Comentarios