Voy a definir según mi percepción las dos formas de egoísmo qué pueden darse, el sano y el contrario.
El egoísmo sano es el amor por nosotros mismos de tal forma qué no permitimos ni daño ni abuso hacia nuestra persona, pertenencias o asuntos permitiéndonos protegernos de ello mismo pero teniendo en cuenta al otro, entenderlo y llegar a un entendimiento mutuo desde el amor o el afecto qué se procesan.
El egoísmo contrario es el qué la persona se ama a sí mismo de forma exacerbada sin importarle los otros ni los medios qué utilice, aún les perjudique o dañe, es el yo y sólo yo y lo qué yo quiero a toda costa sin importar para nada el otro y lo qué tenga qué hacer para conseguirlo. Éste tipo de egoísmo más pronto qué tarde no sólo perjudica al qué lo recibe sino también al qué lo procesa ya qué termina teniendo serios problemas en las relaciones e incluso más serios, por ejemplo de tipo legal, ya qué en muchos casos se exceden con una falta de respeto total hacia el prójimo con todo lo qué conlleva.
El egoísmo sano tiene mucho qué ver con el respeto mutuo, consiguiendo sí se encuentra una armonización adecuada de las relaciones con lo qué la vida se hace más amena y beneficiosa para ambos.
Es lo qué muchos aspiran, la cuestión es saber seleccionar y ver a tiempo evitando las contrarias y el daño qué puede suponer sino se detectan o se sale lo antes posible de ellas.
Darse cuenta, ver la diferencia, totalmente importante.
Buenas noches, buenas tardes, buenos días, según el momento en el cuál os llegue esta publicación, si os ha llegado, por algo es.
Namasté.
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