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EL TRANSITO DE LA MUERTE.


La humanidad comparte el concepto de la muerte como un proceso biológico natural que se manifiesta con el cese de las funciones vitales del ser humano, pero una visión más amplia nos permite concebirla también, como un proceso espiritual mediante el cual el espíritu abandona el cuerpo físico para continuar viviendo en otro plano o dimensión.
Las experiencias aportadas por quienes han estado en ese umbral, es decir testimonios que ilustran lo que se denomina "cuasi muerte", afirman que no se siente dolor alguno en ese momento. Lo que sí duele (en accidentes, paros cardíacos, enfermedades, etc.), son las sensaciones nerviosas que la materia consciente aún o semiconsciente, envía al cerebro y este registra como materia. Son estas impresiones nerviosas las que producen dolor, no el desprendimiento del espíritu del cuerpo.
Y esto se ha comprobado infinidad de veces en las ya citadas experiencias de cuasi muerte, donde las personas relatan que se ven flotando sobre su cuerpo herido o en una camilla, escuchando todo lo que sucede a su alrededor, pero sin sentir dolor. El dolor por sus lesiones lo experimentará luego, de regreso a la materia, cuando se encuentren asistidos y atendidos por sus dolencias.

La Dra. Elisabeth Kübler-Ross ("La muerte un amanecer"), que asiste a los enfermos en ese tramo de la vida, expresa así sus convicciones basadas en largos años de experiencias: "La muerte es sólo un paso más hacia una forma de vida en otra frecuencia. (...) la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento. Es un nacimiento en otra existencia... la muerte no es más que el abandono del cuerpo físico, es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, riendo y en el que se tiene la posibilidad de continuar creciendo".
Luego del desprendimiento del cuerpo, el alma o espíritu atraviesa un período de "convalescencia", para recuperar sus fuerzas de espíritu libre de la materia. La lucidez de las ideas y la memoria de su vida retornan muy lentamente, de acuerdo con su grado de superioridad espiritual o elevación. En este momento de "despertar" al mundo o plano espiritual, el espíritu nunca se encuentra solo: es asistido o recibido por su Angel Guardián o Espíritu Protector y espíritus familiares a los que unió en vida el amor, clara expresión del cumplimiento de la Ley de Solidaridad Universal entre ambos planos. Sea cual sea la condición del espíritu, siempre se hallará contenido por esos seres espirituales que se encuentran ocupados y preocupados por su proceso evolutivo.
En este nuevo mundo, siempre apoyado por otros espíritus más evolucionados que él, repasa su vida, analiza sus errores y sus aciertos, ve, oye y se comunica a través del pensamiento y del sentimiento en forma directa, trata de intuir y apoyar a aquellos seres que dejó en la materia, porque el amor y el afecto conquistado son vínculos que no se interrumpen o destruyen con la separación física. A este mundo espiritual podríamos definirlo como imponderable porque no es mensurable por lo humano o material y en él, el espíritu deberá aprender a desplazarse sin el peso del cuerpo o la atracción de la ley de gravedad.


A pesar de todo esto, el dolor ante la muerte de un ser querido es inevitable, porque implica una separación transitoria y el dejar de experimentar la sensación física de su presencia y ello, naturalmente, deja un hueco que lleva un tiempo poder recomponer. Conocer y saber más sobre este proceso común en la vida de todo ser humano puede ayudar a encarar el tema desde otra óptica, más amplia y evolucionista de la vida.
El Dr. Rubén Bild, tanatólogo argentino, es decir especializado en la disciplina que se ocupa del fenómeno de la muerte en sí, como un proceso más del ciclo vital del individuo y de los fenómenos psíquicos que se producen frente a la misma, manifiesta: "La muerte es un tema eludido, soslayado, negado por nuestra sociedad moderna, que ha hecho un culto de la juventud. Olvidamos que es una parte de la existencia, como el nacer y que también en esa etapa final puede haber crecimiento y desarrollo. No es una enfermedad (...) ni una prisión de la que debemos escapar. Los que han tenido la fortuna de que la muerte les avisara su llegada por anticipado, tuvieron una posibilidad más de llegar a ser, en esos postreros momentos, plenamente humanos".
La certeza de la supervivencia del espíritu luego de la muerte del cuerpo físico, constituye una realidad trascendente al aportar conocimientos sobre la inmortalidad del alma y lleva serenidad y confianza en los procesos de la evolución.
El conocimiento espírita comparte con otros saberes y doctrinas la seguridad de que el espíritu es inmortal y que guarda en sí todos los sentimientos cultivados en la vida material, porque estos no conocen de fronteras y límites terrenos.
Sin dudas, nos sentiremos más tranquilos y serenos al saber que cuando el espíritu recobre sus fuerzas en el mundo espiritual, podrá asistirnos mediante la intuición, la fortificación a nuestras luchas, acompañando nuestros pensamientos y sentimientos, siempre que nos predispongamos en la reflexión serena a recibir su ayuda. Podremos percibirlos entonces, de otra manera, y la calma y la conformidad que vayamos logrando a medida que transcurra el tiempo nos ayudará y ayudará también al ser que dejó el plano material a conseguir la suya.
La fe en Dios y en la misericordia de sus leyes que nos guían y protegen, aunque no siempre podamos razonarlas, nos darán más serenidad y entrega para saber que la muerte es sólo el comienzo de otra vida más plena, donde nos reencontraremos, en algún momento, con quienes luchamos, vivimos y amamos, para seguir aprendiendo y progresando. Información recogida de la revista Idealismo 2009.


Todos sufrimos de mayor o menor manera cuando una persona muere, dependiendo del apego a ella.
Es un final al que todos vamos a llegar, más temprano o más tarde.
Debiendo hacernos a la idea.

Una muerte inesperada o de una persona joven, es más impactante para la familia y amigos, pero que al final se va asimilando y poco a poco, aceptando su perdida.

No se deben reprimir los sentimientos que se sientan. Si se tienen ganas de llorar hay que hacerlo, hablar con amigos y familiares, recordar momentos agradables con el o ella, es una manera de ir superando su falta.
Sabiendo que siempre estará en nuestra vida, en nuestro corazón, mientras se mantengan en el recuerdo. Aliviando nuestras penas, muchas veces recordando aquello que dijo o hizo.
Haciéndonos sentir una bella emoción al recordar algo que dijo y nos hizo sentir bien o reír.

Desde aquí mi más triste pésame para la familia de una persona que conocí hace un tiempo.
Enterándome hoy, que ha fallecido en estos días.
Lo cual me entristece pues era una persona todavía joven y luchadora.1 abrazo fuerte para todos ellos. maricmasi.

http://maricmasi.blogspot.com/2009/11/despues-de-la-muerte.html

http://analuna711.lacoctelera.net/post/2010/01/23/superar-muerte-un-ser-querido

LUNA SERENA.

Comentarios

almaes ha dicho que…
Querida Maricmasi, gracias por tu comentario. Me lo has puesto difícil porque no pienso en la muerte ni me gusta hablar de ella. Sé que es un error que tengo que enmendar. No obstante me gustaría sentir esa sensación de cuasi muerte y recordarlo después, una vez curado.
Un beso guapa

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