El caballero andante. Erase una vez, un señor llamado vida, ese qué iba de aquí para allá pero siempre hacia delante, aún pareciera qué no le pasaba nada, siempre ocurría algo, segundo a segundo, instante a instante. Siempre en movimiento. El caballero andante qué así se le denomino, siempre iba avanzando aunque en algún momento pareciera qué se parara, era simplemente un reflexionar para descansar, para tomar otro rumbo, para volver a fluir o solucionar, o simplemente para ver otra perspectiva qué sino se realizara ese parón no lo vería. Iba en cada instante, fluyendo por poco qué fuera, avanzando simplemente con cada movimiento, qué es lo qué le accionaba a otro hacer, a otra secuencia. El caballero andante, siempre estaba radiante, amoroso, y en ese parar oportuno aunque pareciera un contratiempo qué a veces se daba uno detrás de otro, siempre fluía por poco qué fuera, un nuevo accionar, una nueva oportunidad, una solución, una transmutación, una nueva dirección, un prosegui
Entra en un mundo real. La otra realidad.